Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Recomponerse sin caer en fatalismos

Recomponerse sin caer en fatalismos. Crónicas de la república La Nueva. Bahía Blanca

El gobierno busca retomar la compostura después de un primer cimbronazo por el fallo de la Corte Suprema que evidentemente no esperaba. La catarsis que encabezó Mauricio Macri con su equipo político el viernes en Olivos sirvió para poner sobre la mesa los verdaderos efectos de la decisión del alto tribunal. Que, en una primera mirada tras ese encuentro y por la impresión de varios integrantes del gabinete, no es ni fatalista ni pone sombras en el andar de la administración, como se apuraron a ver algunos analistas y dirigentes de la oposición.

Macri apuró a su tropa a salir cuanto antes del estado de estupor. Y segundo, aunque no menos relevante, se recostó en su equipo político para analizar las decisiones que habrá que tomar, por caso ante la posibilidad de que ahora sean las empresas, en especial las pequeñas y medianas, las que acudan con cautelares para hacerse del mismo beneficio que la Corte le otorgo a los usuarios residenciales. O que el problema de la tarifa del gas se vea repetido ahora por el precio de la electricidad o el transporte.

Suele ocurrir que, en situaciones como la que se acaba de vivir, todos buscan hacer leña del árbol caído. Y en ese andar hubo un dato que no pasó desapercibido: en Olivos no hubo un sólo miembro del equipo que encabeza Juan José Aranguren, que de hecho tampoco fue convocado. Para Macri este es un asunto político, y lo va a enfrentar desde la política.

Hoy todo se ve un poco más claro en el gobierno. Logró salir tan rápido como lo aconsejado de un estado de incomodidad por un fallo que además habilitó en su primera lectura la suposición de un cachetazo en el rostro de Macri, o de su peor derrota política desde que llegó a la Casa Rosada. Y de hecho generó el esperado festín de la oposición, en especial del kirchnerismo con el inefable Héctor Recalde a la cabeza. Ni un mea culpa para la oprobiosa gestión de Alejandra Gils Carbó, que recomendó a la Corte anular un aumento que en idénticas circunstancias había convalidado cuando la que gobernaba era su jefa política.

El fallo, hay que decirlo, se la dejó picando a la propia expresidenta, que desde Avellaneda criticó el tarifazo. No leyó la doctora, cómo iba a hacerlo, el apartado 32 del fallo que reconoce el estado absolutamente calamitoso en que el gobierno recibió el parque energético de manos del “relato” que ahora se cae a pedazos.

Con más calma, decían el viernes en la Casa Rosada que el fallo no es tan grave. Para empezar, aquel déficit de $ 80 mil millones que calculó Alfonso Prat Gay si la Corte volteaba todo los aumentos se redujo ahora a unos $ 20.000 millones. “Es manejable”, dicen los confidentes. Aunque no explican si la plata saldrá de nuevo endeudamiento a tasa incierta, o con mayor emisión con el consiguiente riesgo inflacionario. O si provendrá del políticamente oneroso recorte a la obra pública. Una zanahoria con la que Rogelio Frigerio tenía hasta ahora abrochado el acuerdo con los gobernadores, peronistas o no.

No es menos cierto que en las primeras horas hubo pases de factura internos: por qué no se hicieron las audiencias públicas, por qué el gobierno salió desesperado a buscar apoyo de los gobernadores, y no lo planteó antes, o por qué no convoco el 1 de marzo a ese Pacto Federal Energético que ahora dice que resulta imprescindible.

En el haber queda un dato innegable: este gobierno acata los fallos de la Corte. Teléfono para Cristina, aunque suene a premio consuelo. Nadie niega en el gobierno, como lo reconoció el ministro Garavano, que se cometieron errores. Tal vez hubo allí un exceso de confianza, o errores de gestión por tantos mensajes cruzados que iban y venían hacia y desde los Tribunales. Que ahora se completa con una comprobación tardía: Macri no tiene un solo interlocutor confiable en la Justicia. Y a los que mandó a avisar lo grave que resultaría un fallo adverso, los enviaron de vuelta con un duro recado: “Los jueces no somos políticos y debemos fallar de acuerdo a derecho”, habría sido el aviso.

Quedaron resquemores. Quizá, en un exceso de interpretación, a Macri le hizo ruido el párrafo que anuló los aumentos sólo para los clientes residenciales. Podría ser un recurso de los supremos para mostrar ellos mismos la sensibilidad social que la oposición le achaca como faltante al macrismo. De ser así, desmiente aquella prescindencia de la que le hablaron los jueces a los desordenados enviados del gobierno. Bien mirado, el del jueves fue un falló altamente político.

La comunicación de los actos de gobierno en manos de Marcos Peña viene generando chisporroteos. En ese tren resultó evidente el intento por borrar de la imagen ciudadana cualquier responsabilidad o impericia del presidente detrás de esta larga y costosa película sobre las tarifas.

No podría interpretarse de otra manera la incursión radial del ministro Garavano en medio del clima enrarecido, buscando cargar todas las tintas sobre Aranguren, aunque al mismo tiempo intentó desactivar el rumor sobre un despido. Textual del ministro: “Fue un proceso técnico que nació de las entrañas del Ministerio de Energía, ahí se escogió el camino que se escogió. El Presidente no decidió el cuadro ni el proceso técnico”. Ergo, la culpa fue de Aranguren, no de Macri, un argumento que no se sostiene porque el propio Peña se encargó de recordar en el arranque del problema que el que dicta las políticas es el presidente.

El propio Aranguren pareció querer marcar el terreno donde está parado y lo que podría venir si la Corte anulaba todo el proceso, cosa que no ocurrió. Fue cuando en la reunión de comisiones de Diputados dijo: “A mí me pone y me saca el presidente”. Una segunda lectura que se hizo en algunos despachos fue que en realidad quiso avisar que él no va a renunciar, que lo van a tener que echar.

Aunque hoy nada de eso parece que vaya a pasar y el presidente se ocupó de que Aranguren estuviera junto a Peña y Garavano cuando salieron a explicar la posición del gobierno ante el fallo. Una de cal y otra de arena: Macri lo dejó afuera de la evaluación del viernes en Olivos.