Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Otro horizonte para encarar los desafíos por venir

Luego de la fractura del bloque K, Macri convocó a sesiones extraordinarias del Congreso Nacional para el próximo jueves.

Análisis que se desgranan en los propios despachos oficiales sostienen que, hacia mediados de año, la situación económica y social del país debería estar bastante más encaminada. Y con menos vicisitudes que en este arranque de una administración que, primero, prefirió asumir a libro cerrado y que ahora se ve obligada a destapar la tremenda herencia recibida, lo que la obliga a cerrar agujeros de todo tamaño y color para recién después encarar la solución de las promesas electorales, entre ellas la más fundamental: pobreza cero. Una épica ésta que, de todos modos, se acepta que para coronarla con éxito se necesitan por lo menos ocho años de gestión ordenada y, sobre todo, de manos limpias.

Sostienen asimismo esos análisis que la buena culminación de los procesos de acomodamiento que se aprestan a iniciar no sólo apuntan a esa necesidad de que se note, allá por agosto o septiembre, que la situación de la ciudadanía ha comenzado a mejorar. Es parte central de la estrategia, apuntan, para la primera gran batalla que serán las elecciones de medio término de 2017.

Puede afirmarse que lo que ha ocurrido esta semana en la política y economía, en este caso con base central en el escenario internacional, provee al Gobierno de un buen escenario desde el que arrancar con una cuota mayor de optimismo para enfrentar los desafíos por delante.

Se discute y se discutirá por largo tiempo si la ruptura del bloque del Frente para la Victoria en Diputados -una de las llaves que abren aquel mejor panorama para el Gobierno si se toma en cuenta cuánto va a necesitar el Ejecutivo del Congreso para consolidarse este año a través de leyes de variado tono e importancia- es una derrota de Cristina Fernández o un triunfo de Macri. O ambas cosas a la vez.

El análisis está repartido entre quienes, en el propio espacio del FpV y de hecho en el peronismo tradicional, sostienen que “Cristina lo hizo”, y entre aquellos que le adjudican a Macri una suerte de obra de ingeniería pensada desde el comienzo con el objetivo de quebrar al principal partido de oposición en el Congreso.

Veamos un poco de cada cosa. Los kirchneristas que abandonaron el barco y los que planean hacerlo -porque la sangría no ha terminado- se hartaron de que, además de tener que procesar el duelo por la derrota, la doctora que ya no maneja la billetera pretenda seguir con el látigo en la mano. Justo ella, la gran mariscal de esa derrota. La deserción sin rubores de Diego Bossio y la actitud francamente proactiva de Miguel Pichetto son dos claros ejemplos.

Desde la otra vereda se concede que la jugada de Macri reconoció un dado iniciático: había que perforar al FpV porque se entendió que, con ese partido abroquelado en el Congreso detrás de las polleras de Cristina, el Gobierno iba a tener más de un problema para sostener la gobernabilidad.

Tienen razón quienes dicen que desde el Gobierno se montó un operativo de pinzas, que arrancó por un flanco con la tarea de seducción a los gobernadores peronistas urgidos de fondos que inició Frigerio. Lo que siempre manda es la caja. El movimiento se completó con la tarea de ablande y de promesas de mejor trato, institucional y financiero, que llevaron a cabo en el Congreso primeras espadas como Emilio Monzó y Federico Pinedo

Hay dos conclusiones igualmente importantes que saltan a la vista. La primera es que el Gobierno consiguió quebrar al bloque del FpV y expone cada vez más la debilidad del cristinismo recalcitrante, ya que de los que no se fueron hay varios que son igual de críticos pero todavía no se animan a sacar los pies del plato por resabios de temor o especulación pura.

Un caso puntual es el de José Luis Gioja, que se quedó porque le prometieron que iban a impulsarlo para presidir el PJ. Si creyó en lo que le dijeron, que era “orden de Cristina”, le erró feo. El resto del peronismo y varios del propio bloque del FpV, más el Frente Renovador, propondrán la candidatura de José Manuel de la Sota.

La siguiente conclusión es que con el rompimiento del kirchnerismo y la posibilidad ahora de acceder al quórum propio en Diputados, Macri le baja el precio a Sergio Massa. Sus votos podrían ahora no resultar tan imprescindibles como antes. En el Senado, el nuevo escenario se probará esta semana, cuando el peronismo que comanda Pichetto apruebe los pliegos de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz.

A Macri se le estarían alineando los planetas: Elisa Carrió y Massa coincidieron en un mismo día, casi a la par de Pichetto, en anunciar sus propios proyectos para subir el piso de Ganancias, lo que ayudó a minimizar el patinazo de ese misma jornada de Jorge Triaca con el anuncio del techo de las paritarias, que después tuvo que corregir Marcos Peña. A su vez el frente sindical, que es al que más se le temía, parece acomodarse: Macri y Hugo Moyano hablaron y hablarán. También se llamará a Antonio Caló. Y parece un dato aceptado que no habrá exabruptos y que la cifra estará por debajo del 30%, más sumas fijas a convenir según se comporten los precios.

Hay más. Se encamina la negociación con los holdouts; el aval del FMI a las medidas económicas despeja el horizonte; hay primeros éxitos en la tarea de seducción de inversores que llevan adelante la canciller Malcorra y el ministro Prat Gay.

El Gobierno también anunciará en los próximos días un plan que incluye sanciones a los aumentos injustificados, el envío de la ley sobre Ganancias, la suba en las asignaciones familiares y la rebaja del IVA para los productos de la canasta familiar.

Todo en medio de una impresión generalizada que recogen los sondeos: el ciudadano de a pie protesta pero asume que el tarifazo eléctrico, el que se viene con el gas y el aumento de los pasajes aéreos, entre otros ajustes, forman parte de la herencia y no políticas perversas de un gobierno que llego hace 50 dias.