Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

La pelea es entre ellos, no con los de afuera

Se veía venir. La pelea mayor de aquí a las elecciones de octubre será entre peronistas. De un lado, Cristina Fernández y el kirchnerismo duro. Del otro, Daniel Scioli y la renacida "liga de gobernadores", sobre cuyos estatutos de reconstrucción hasta se dice que habría que reconocerle alguna parte del texto al siempre presente, aunque no se lo vea, Eduardo Duhalde. En este rincón, la presidenta y sus aliados que buscan retener el poder no sólo hasta la media mañana del diez de diciembre, por caso si les tocase ganar las elecciones, algo que está por verse, sino más allá también. Vale recordarlo: la primera señal de esa batalla en ciernes fue la designación unipersonal de la doctora y sin derecho al pataleo de Carlos Zannini como candidato a vicepresidente. En la otra esquina, Scioli apoyado por los mandatarios del interior, más el aporte de intendentes y barones del Conurbano y un buen número de heridos que dejaron las PASO de agosto, olfateando todos ellos que el poder dentro del justicialismo puede cambiar de manos.

Bastó observar el retorno triunfal y altivo a las cadenas nacionales de la doctora, y mejor todavía comprobar el destino de algunos de sus dardos más envenenados, para entender que la pelea será entre ellos y no contra los de afuera. Más allá de las chicanas a Mauricio Macri, a quien ella ha elegido como el objetivo de sus desplantes, de las ironías sobre el ropaje para las inundaciones, como si ella misma no se hubiese disfrazado cuando ocurrieron las inundaciones en La Plata, queda claro que Cristina no se la hará fácil a Scioli. Si muchos de uno y otro lado suponían que la autonomía del exmotonauta "ya estaba atada", igual que la estrategia para la campaña electoral, que se suponía debía mostrarlos a todos tirando del mismo carro, se equivocaban.

Es un dato de la realidad que se veía venir. Desde el sciolismo habían comenzado a regar generosamente indicios sobre la decisión del gobernador de "descristinizar" su discurso una vez conseguida la tan ansiada candidatura y abrochados los votos del llamado cristinismo puro, para salir a la caza del voto independiente, o la porción de seguidores de De la Sota, Rodríguez Saá y por qué no del massismo. Era de descontar que la presidenta, que ciertamente muchas veces parece vivir en otra galaxia, esta vez tenía los pies sobre la tierra y se iba a enterar, como se enteró, de esos enjuagues. De allí la furia con la que arremetió su trigésima segunda cadena en la que le dedicó dos mensajes directos al rostro del gobernador, allí presente con su habitual cara de circunstancia. Primero, cuando anotició más hacia adentro que hacia afuera que ella es la jefa y lo seguirá siendo hasta el 10 de diciembre. Y la que dispone qué se dice y en dónde. La otra fue peor: ninguneó al candidato al recordarle que la campaña sucia que dice sufrir desde la oposición no es contra él sino contra ella. "Y empezó el 10 de diciembre de 2011", agregó por si hacía falta.

Hay ejemplos puntuales de que la pelea ha comenzado. Silvina Batakis criticó el bajo nivel de reservas del Banco Central. Jorge Telerman dijo que si gana, el que tomará la decisiones será Scioli y no Cristina. Alberto Samid se despachó: "Va a gobernar Daniel; ni Cristina, ni Zannini, ni La Cámpora". El jueves colgaron una bandera a metros del despacho de “Wado” De Pedro con el sello del Frente para la Victoria y la inscripción "Zannini para la Victoria". ¿Y Scioli? Martín Sabbatella dijo que debe quedar "muy claro" que gane quien ganare el 10 de diciembre, la jefa seguirá siendo Cristina. Sin olvidar a Máximo Kirchner, luego de las internas: "En estas PASO ningún candidato presidencial superó el 40% y eso demuestra que el pueblo no quiere a ningún dirigente protegido por los medios y los grupos económicos". Los gobernadores le torcieron el brazo a la presidenta y le hicieron postergar un día la cadena nacional porque tenían que estar en el acto de cierre de Juan Manzur en Tucumán. Scioli encabezó el pelotón. "Huelen sangre...", reflexiona un veterano como Hugo Curto, el cacique de Tres de Febrero que ahora y como cuadra anda prendido del saco del gobernador.

Habrá que esperar y ver. La presidenta se mostró otra vez altiva, autosuficiente, soberbia, en señal de que ella sigue al mando. Los gobernadores parecen correr, con la misma lógica que los encuadró cargados de sumisión durante todos estos años, detrás del que suponen será después del 10 de diciembre el nuevo dueño de la lapicera y la chequera.

¿Qué hará Scioli? Una primera conclusión es que ninguno de aquellos funcionarios o dirigentes del palo que hablaron casi con la cara pintada hubiese dicho lo que dijeron sin algún guiño del gobernador. Batakis, en especia,l metió el dedo en una llaga doliente del cristinismo, que pese a los espejitos de colores que intenta vender Kicillof sabe en el fondo que dejará al país, después de la "década ganada", casi con el mismo nivel de reservas que las que encontró Néstor Kirchner en 2003. Alberto Pérez acaba de reconocer que habrá que ir a un acuerdo "razonable" con los fondos buitre para volver a recibir dólares externos.

El siguiente desafío: Scioli y los gobernadores planean hacer suya esta noche en Tucumán la casi segura victoria de Manzur, ahijado político de José Alperovich, que esta semana recibió con bombos y platillos al bonaerense. Se dice del exministro y de su padrino que tienen alguna factura para pasarle a Cristina por maltratos recibidos. Y esperan celebrar todos juntos.