Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Todo se acomoda, para bien o para mal

Rivales. Daniel Scioli, gobernador bonaerense y precandidato presidencial por el FpV, y Mauricio Macri, jefe del Gobierno porteño y aspirante a la Casa Rosada por el Frente Cambiemos.

Mal que les pese a Cristina Fernández y Axel Kicillof, la economía se metió de lleno en la campaña. Y no del modo que ellos planeaban. Mauricio Macri ya no parece tan kirchnerista como aquella infortunada noche de la ajustada victoria, que más pareció derrota, ante Martín Lousteau. Y Daniel Scioli, tal vez el dato más jugoso de esta semana, prepara justamente “la gran Scioli”, que es abrirse de a poco y empezar a bajar línea en algunos temas que se suponía tenía vedados antes de ser ungido candidato por quienes no tuvieron otro remedio que darle ese diploma.

Veamos el primer caso. A una semana de las internas, el Gobierno empezó a tropezar con las principales variables de la economía. Y lo hace en medio de un gran interrogante que desnudan no pocos análisis: ¿la sociedad estaba tan adormecida y entretenida en el festival de consumo como machacan sin ninguna inocencia desde el oficialismo?

¿O percibe que el Gobierno le miente con la inflación, con el desempleo y la pobreza, con el dólar, con los aranceles que frenan la importación y bajan persianas o las retenciones que están matando al campo? ¿Dónde figura la tan mentada preeminencia de la presidenta en las encuestas, pese al desaguisado económico y financiero que provocan las inexpertas manos de Kicillof, sino en dos o tres encuestas que claramente se sabe que son pagadas por el propio Gobierno a consultoras que no disimulan el color de la camiseta?

Esta semana el jefe de Gabinete terminó por admitir lo que hasta ahora todo el Gobierno había negado: que hay cepo cambiario, que la gente no es libre de ir a comprar la cantidad de dólares que se le ocurra sin tener que pedirle permiso a la AFIP. Dijo lo que salta a la vista: si ello ocurriese el Banco Central se queda sin reservas en menos de lo que canta un gallo. El titular de la entidad monetaria, Alejandro Vanoli, concedió que hay problemas pero se recostó en el viejo argumento de los que tienen el problema pero no saben cómo resolverlo: dijo que todo es culpa de los que “buscan una devaluación”. Cuando hasta economistas y analistas cercanos al Gobierno reconocen ahora que se hace cada vez más difícil sostener una economía con producción y sin pérdida de empleo (de hecho hace cuatro años que el modelo no crea un solo empleo genuino), sin retocar el tipo de cambio.

Cristina tiene un problema: ella armó toda esta parafernalia para durar hasta octubre, con la falsa ilusión de que “Scioli ya ganó”. Y en todo caso desentendiéndose de lo que ella y Kicillof saben, además de saberlo todo el resto: que después el ajuste deberá hacerlo el próximo Gobierno. Si le tocase a Scioli, lo deberá hacer Scioli. ¿Cuál es el problema? Que el tema ha comenzado a estallar en pequeñas dosis una semana antes de las PASO. Y con la primera vuelta de octubre, donde la propaganda oficial intentaba hacer creer que será un mero trámite, a la vuelta de la esquina.

Se regocijaban antes de tiempo con un doble plan: el de la marcha de una economía estable que ya no cree ni el menos avisado de los votantes, y Macri convertido de pronto al kirchnerismo después de reconocer todo lo que reconoció aquella noche de la ajustada victoria en Capital, que llevo al encuestador oficial Artemio López a decir que, aunque tardío, nació “el nuevo Makri” que descubre ahora las bondades políticas desplegadas desde 2003.

Malas noticias para esa segunda parte del plan. El alcalde porteño, con esfuerzo y algún retoque en el discurso, ha logrado revertir aquel mal paso y hasta según varias encuestas que se publican esta semana crece en intención de voto. Con un alerta rojo agregado: la suma de Cambiemos, es decir los votos de Sanz y Carrió, lo acercan bastante a las posiciones que todavía lidera el gobernador bonaerense.

La sociedad habría entendido nomás, a la par de despertar del supuesto sueño en el que Cristina creía haberla sumido, que el ingeniero plantea aquello de que algunas de las políticas del Gobierno, YPF, Aerolíneas, AUH, deben ser respetadas. Pero desagregándoles el componente corrupto de todos estos años, y además administrándolas mejor.

Tercer punto. “Lo mejor de Scioli está por venir”, proclaman voceros platenses. Era casi cantado que así ocurrirían las cosas cuando el gobernador lo planteaba allá por comienzos de año, cuando todavía peleaba contra sus enemigos de adentro. “Hay que conseguir el voto duro, el que nos odia”, recuerdan los confidentes. Lo demás vendría por añadidura. Ese paso ya ha sido dado, y se resume en una foto que es todo un símbolo: Cristina y el “Cuervo” Larroque aplaudiéndolo de pie durante un acto en el conurbano.

Se viene el despegue. Lo dice con énfasis un operador sciolista que tiene oficinas en la sede porteña del Banco Provincia. “Lo de Daniel no era rendición incondicional o sumisión a ultranza, necesitaba ganarse el voto del núcleo duro del kirchnerismo que no lo quería o lo recelaba, en especial los pibes (por La Cámpora), ahora necesitamos conquistar el voto independiente o que no es anti kirchnerista furioso, por el que también pelea Mauricio (Macri), por eso lo van a ver criticando cosas que antes se callaba”.

Puntualmente, se refiere el vocero a temas muy caros al “relato” del cristinismo duro como la inflación negada, el necesario acuerdo con la deuda para poder retornar al crédito barato, el regreso a Europa y Estados Unidos. En el colmo, es posible que Scioli también se refiera a otro tema tabú como es el de la corrupción estatal.

A la doctora podría caérsele alguna estantería.