Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Escenario de triunfalismos y gestos adustos

CFK se puso la campaña al hombro., pero... ¿ella suma votos a sus candidatos, o los espanta?

En los campamentos del cristinismo reina un evidente triunfalismo. Sólo el paso del tiempo -y de la ciudadanía por las urnas- dirá si ese estado de ánimo es falso, o sobreactuado, o se compadece con la realidad.

En la otra vereda, en las comarcas del macrismo, algunos gestos adustos y ceños fruncidos se detectan en los alrededores del ingeniero, necesitado más que nunca en afrontar un fuerte desafío, en torcer una anomia ciudadana que, de atenerse a lo que hoy están entregando a través de sus encuestas la mayoría de las consultoras, reclama algunos cambios y varias continuidades de la política que se ha desplegado durante todos estos años.

Pero no un golpe de timón a lo loco. Sólo un 30 por ciento de los encuestados, o algo menos, reclama dar vuelta todo como una media.

Aquéllos disfrutan de ese votante adormilado y seducido por un estado de bienestar que hasta en el fondo de su intimidad sabe que no le va a durar más allá de fin de año.

Estos buscan salir de esa encerrona que hoy los ha colocado en la disyuntiva de abjurar del discurso de cambio a ultranza de los últimos ocho años, para amoldarse a una ciudadanía casi hereje que le permita a Mauricio Macri romper el estigma de un Daniel Scioli que supuestamente ya ganó.

A menos que, como manda a decir Cristina Fernández con su acostumbrada dosis de malicia a través de sus adulones de turno, el ingeniero no quiera ganar, sino perder.

Como los triunfos electorales pueden torcer destinos y voluntades lo mismo que las derrotas, hoy puede comenzar a desmadejarse ese escenario tan contrapuesto con las elecciones en la Ciudad Autónoma, en Córdoba y también en La Rioja.

Veamos algunas puntas de esa madeja. Por el lado del Gobierno, la estrategia de cómo sigue la historia de aquí a las PASO y después hacia las elecciones de octubre está bien clara.

Por un lado, ataque imparable y por todos los flancos a la Justicia para intentar colonizarla luego de aquel primer fracaso que tumbó la Corte Suprema. Ahora, con el indisimulado propósito de limpiarle el camino a Cristina Fernández cuando deje el poder.

La remoción del juez Luis María Cabral, que se aprestaba a votar en contra del tenebroso pacto con Irán por la causa AMIA, y la designación a dedo de más de 70 jueces y fiscales en todos los fueros, son apenas una muestra de cómo está dispuesta a jugar la doctora, es cierto que ante una oposición y un Poder Judicial que parecen mirar el partido cómodamente sentados en la tribuna, para cubrirse la retirada.

Por el otro, la propaganda intensa y por los cuatro costados respecto de dos cuestiones: una, de que el avance de Scioli es supuestamente imparable. Machacar con la idea de que "ya ganó".

La otra, la muestra de indicadores económicos que les permitiría llegar a octubre con una sociedad que, si percibe algunas dificultades, lo disimula bastante. O no protesta. Lo que a su vez se ha traducido desde enero para acá en una mejora de la imagen de Cristina.

Ese estado de bienestar los obliga a concederle ciertas sutilezas al gobernador, pequeñas revanchas a un hombre que si bien no abandona su servilismo a ultranza, como la innecesaria declaración de amor a Máximo Kirchner en Río Gallegos, saborea este momento.

Debieron tragarse un par de sapos: el cariñoso recuerdo que Scioli le dedicó a Carlos Menem en La Rioja, y el Himno de la Victoria que Ricardo Montaner le escribió al candidato.

La doctora detesta en privado esa musiquita y al propio argentino-venezolano por su condición de antichavista recalcitrante.

Una más. La decisión de la doctora de copar la campaña, como se vio en la Capital, repone un interrogante aún en el propio oficialismo: si ella le suma votos a sus candidatos, o los espanta.

Algo que se verifica en el caso de Carlos Zannini, que estará bien puesto en la fórmula como comisario político o como futuro sucesor, pero que por ahora con mostrarlo poco alcanza y sobra porque en general más del 70 por ciento de la gente en las encuestas dice que no lo conoce.

Se cuenta que los asesores de Scioli pidieron (y ella tuvo que aceptar) que la cara de Zannini no figure en la boleta. ¿Piantavotos?

Buena parte del destino del oficialismo y la oposición va a estar atado a lo que ocurra hoy, con el impacto de victorias y derrotas o la lectura posterior en el escenario tanto para el kirchnerismo como para el macrismo.

Para la Casa Rosada sería un aporte a aquella visión ganadora que Mariano Recalde le arrebate el segundo puesto a Martín Lousteau y entre al balotaje. No importa si después pierde por 30 puntos con Rodríguez Larreta.

O que Eduardo Accastello desplace en Córdoba del segundo puesto a la alianza de Macri con los radicales y Luis Juez. Macri no tiene ahí mucho más que festejar que un segundo puesto.

El descontado triunfo de Juan Scharetti le dará aire presidencial a José Manuel De la Sota y aportará a cierta recuperación de Sergio Massa, pero no mucho más.

En La Rioja, si la oposición le gana al oficialismo, se fortalecen los radicales y Massa. El ingeniero tampoco ahí tiene mucho que rescatar.

Queda la impresión de que el que más pone en juego hoy es Macri. De hecho, sería un enorme envión si Larreta gana en primera vuelta, un escenario que no prevé ninguna encuesta, en especial para torcer aquella visión triunfalista del Gobierno y reponerlo en la imagen ciudadana como el hombre que puede ganarle a Cristina Fernández y al mismo tiempo no violentar a aquel 60/70 por ciento de los ciudadanos que descreen de un cambio total de rumbo.