Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El rumbo de Cristina, ciegamente atado a La Cámpora

Cristina ve a La Cámpora como el vehículo indispensable para "entrarle" al próximo Gobierno, gane quien ganare.

Dice un peronista veterano de mil batallas de la zona oeste del Conurbano: "A Cristina no hay que buscarle razones psicológicas o de cualquier otro pelaje, hay que aceptarla como es o 'matarla' ".

Viene a cuento del debate subterráneo que se ha instalado en nichos del Gobierno, allí donde habitan peronistas que se quedaron, kirchneristas críticos y buena parte de la tropa de caciques y barones del Buenos Aires profundo que se preguntan si ella no se da cuenta de que La Cámpora -lo cual implica incluir a su propio hijo Máximo- es un ejército de piantavotos.

Para ese y para algunos otros hombres sensatos que aún quedan pese al mundo de fantasía que dibuja la doctora en cada mensaje y en cada decisión, "ella es así".

Lengua filosa

Tozuda hasta el infinito, siempre soberbia y de lengua filosa; nadie la va a sacar del rumbo que hoy se plantea para terminar su mandato.

Y para el día después, prendida ella como sus más fanáticos seguidores de esa utopía que no se sostiene con ningún dato real de la política y de la economía, y que desmiente el hartazgo social que denuncian las encuestas en alrededor del 70 por ciento de la gente, de que pueden seguir gobernando a partir del 10 de diciembre.

Ese rumbo quedó atado contra cualquier razonabilidad a La Cámpora.

Se verifica en los afanes de Axel Kicillof por asegurarse que la organización que lidera Maximo se apodere de tres sillones claves del directorio del Banco Central.

O de la maniobra urdida desde los orígenes por el hijo presidencial y sus coroneles, Eduardo “Wado” De Pedro y el “Cuervo” Andrés Larroque, para meter miles y miles de militantes en puestos caves de la administración, jefatura de Gabinete, ministerio de Economía, organismos como la AFIP, la UIF, la propia entidad monetaria y ya en el plano judicial la Procuración General que maneja los fiscales.

El propósito, según lo explicitó sin rubores De Pedro en una reunión, es "copar" el Estado con tropa propia para "controlar desde adentro" al Gobierno que viene.

Lo que a la vez desdice aquella ilusión continuista que desgranan de la boca para afuera.

"Esté quien esté"

Ese "control" lo planean ejercer "esté quien esté" en la Casa Rosada, lo cual incluye de hecho una hipotética presidencia de Daniel Scioli, a quien bancan en público por orden de la jefa y odian en privado porque lo acusan de pertenecer a las corporaciones.

Esa decisión de inmolarse si es preciso con sus "hijos políticos", como ella llama a los principales dirigentes de la agrupación que alentó y fundó Néstor Kirchner, se verificó en la orden rajante a todo el espacio para que fuese a festejar la derrota del Frente Para la Victoria en las elecciones porteñas.

Y en dos hechos posteriores: en su primer discurso tras esa debacle se mostró más triunfalista que nunca. Ni una mención al duro traspié electoral porteño.

Por el contrario, habló maravillas de su Gobierno porque ahora los argentinos comen mas jamón y salchichas.

Y por si fuese poco, en un claro gesto que encierra una perversidad política sin límites, la misma que obligó a Scioli a poner la cara en aquel palco de la derrota, sentó a su lado en ese acto a Mariano Recalde, el gran perdedor, que vaya a saber por qué razones o efluvios todavía insiste en que el domingo pasado la mayoría de la gente en la ciudad se pronuncio por un cambio.

Rencor visceral

"Salgan a matar a Macri", ordenó después desde Olivos, mas presa del rencor visceral que le produce el ingeniero, y que le provocó esa dura derrota, que por conveniencias propias de cualquier estrategia política.

Cero autocritica, y ni una mirada de reojo a la realidad: que, en definitiva, quienes le dieron la rotunda victoria al macrismo y lo ponen a un paso mínimo de ganar en primera vuelta las elecciones del 5 de julio, fueron los votantes.

Es esa misma ceguera política alimentada por enormes dosis de rencor la que le impide ver toda la foto de la escena nacional e internacional.

Los empresarios vernáculos ya se han resignado y reconocen en privado que con ella "no hay caso" y que deberán esperar a que se vaya de la Casa Rosada para pensar en reinvertir.

Lo mismo hizo la emblemática automotriz Fiat, que desde Brasil avisó que lanzará un nuevo modelo en el mercado local pero recién el año que viene, cuando haya otro Gobierno.

Reunificación y paro

O los aprestos cada vez más sonoros del sindicalismo hasta ahora oficialista que encabeza Antonio Caló, que no falta mucho para que coordine sus reclamos por Ganancias y otras conquistas con sus pares de las otras centrales encabezadas por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo.

No sólo habrá reunificación, sino que el corolario sería un paro nacional de todo el movimiento obrero contra el gobierno de Cristina antes de las PASO de agosto.

El contundente relanzamiento de Sergio Massa en Vélez y la prevalencia de Macri en las encuestas, tras sus éxitos electorales, obligan a la reflexión en algunos campamentos del cristinismo. Menos en los aposentos de Olivos, claro está.

También debería reflexionar Scioli, pero el gobernador decidió atarse al carro de Cristina sin condiciones ni reclamos.

Lo dice en privado: su obsesión es ser presidente, no importa si desde él hacia abajo la doctora le llena el resto de los casilleros, incluyendo hasta los ordenanzas que le van a servir café cada día.