Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Las grietas de un triunfalismo apresurado

Las consultoras ubican hoy a Scioli en un balotaje, mientras que Macri y Massa deberán descartarse entre sí en las PASO.

En el gobierno unipersonal de Cristina Fernández siempre ocurre lo mismo. La orden baja hacia la mesa chica, de allí al resto de los funcionarios o aliados del modelo y a la tremenda corporación de medios oficiales o cooptados mediante la pauta publicitaria.

Nadie que no tema ser enviado al desierto o forzado a mendigar un aviso para subsistir y no tener que bajar las persianas, osaría desafiar esa bajada de línea que tiene una única autora intelectual: ella.

La más nueva de esas estrategias que impuso la jefa está a la vista: el oficialismo no va a perder las elecciones de octubre y seguirá siendo gobierno después del 10 de diciembre. En un escalón menor, pero no menos importante, se busca instalar la certeza de que la doctora entregará el gobierno pero no el poder.

Ahí es donde aparece en escena Daniel Scioli, supuestamente llamado a ser el segundo oficial del doble comando cuya conducción en los papeles ejercerá la doctora, desde las sombras, desde El Calafate, o desde una banca de diputada o del Parlamento del Mercosur.

Semejante ejercicio de ilusión óptica pretende por un lado disimular las grietas del modelo y del relato, y por el otro instalar ahora mismo un discurso triunfalista emparentado con cuatro o cinco consignas, varias de las cuales se abrochan con alfileres.

Lo que están haciendo se asemeja bastante al reparto de espejitos de colores: pretenden instalar por cierto ahora mismo un escenario de algo que va a ocurrir dentro de medio año, las elecciones presidenciales, previo paso por las internas de agosto, en un país como la Argentina, donde es arriesgado decir qué va a pasar la semana que viene.

Por eso apareció primero que todos Axel Kicillof a decir que no hay tal bomba económica que Cristina esté planeando dejarle al gobierno que la suceda, porque ellos mismos van a seguir siendo gobierno.

Y más acá en el tiempo, aquella inmensa tropa de medios pautadependientes se han dedicado a machacar con el crecimiento de Scioli en las encuestas y su rol casi sellado como protagonista de una segunda vuelta electoral el 24 de noviembre.

Algunos voceros de la Casa Rosada se han dedicado en los últimos días a intentar explicar ese, cuanto menos, exceso de triunfalismo. Dicen que el Gobierno está hoy objetivamente mejor que el día después de la muerte de Alberto Nisman, cuando negros presagios sobre el destino de la administración y hasta las dudas sobre la fecha de entrega del poder llenaban los escritorios de Olivos y la Rosada.

Recuerdan, por otra parte, que hacia fines del año pasado la mayoría de los encuestadores apostaba a una segunda vuelta electoral entre Mauricio Macri y Sergio Massa. Scioli, en ese escenario, se quedaba en primera vuelta con el piso histórico de votos del peronismo devenido kirchnerismo y ahora cristinismo puro.

Hoy hay coincidencia en las consultoras en ubicar al gobernador bonaerense en un balotaje, mientras el alcalde porteño y el tigrense deberán descartarse entre los dos en las PASO.

Los sondeos de variado tono parecieran asegurarle al ingeniero ese boleto sellado, sin perder de vista que siempre se trata de pura futurología. Y si no, repasar el rol de las consultoras después de los resultados en Salta.

Se agarran de una cierta recuperación de la imagen presidencial y de la ponderación ciudadana sobre la gestión del Gobierno, aunque no reconocerán que se debe de manera central a dos factores sociales: por un lado, el plan de consumo lanzado por el Gobierno, que encuentra eco en el consumidor según datos de consultoras privadas.

Y por otro lado, un comportamiento que todos detectan por igual y no desde ahora o a las puertas de un nuevo paso por las urnas: el ciudadano tiende a volverse más conservador a medida que se acerca la elección, según lo explica Mariel Fornoni, de Management & Fit.

Lo que vendría a justificar el crecimiento de Scioli, el freno del fulgurante ascenso de Macri, y las dificultades que encuentra Massa para relanzar su postulación y salir de la meseta en la que quedó hacia fines del año pasado.

Una chicana de un operador político de Cristina pretendió reforzar ese cuadro: "hasta (Miguel) Bein se queja por los diez millones de dólares para ahorro que se están llevando los argentinos a sus casas".

El relato arremete, además, con las mentirosas cifras oficiales que dicen que la inflación se contuvo, que el plan Precios Cuidados funciona bárbaro, que hay garrafas a precios subsidiados para todos y todas, y que el desempleo no creció sino que bajó.

Esa irrealidad que plantea el Gobierno y su falso triunfalismo podría comenzar a desmoronarse hoy mismo en Santa Fe y Mendoza, y dentro de una semana en las internas de la Ciudad Autónoma.

Allí van a prevalecer los radicales y Macri, y alguna tajada también tendrá Massa por su triple alianza en la provincia cuyana.

El Gobierno nacional deberá procesar tres seguras derrotas, que sumado a lo que les espera en Córdoba el 5 de julio, donde la pelea se dirime entre el opositor De la Sota y la coalición entre macristas, radicales y juecistas, con el kirchnerismo de Acastello en un cómodo tercer puesto, pueden forzarlos a poner los pies un poco más cerca de la tierra.

Cuando se bajan del caballo hay funcionarios preocupados por lo que puede ocurrir en Buenos Aies. El fantasma de otra derrota a manos de Francisco de Narváez los persigue, como el hecho de que para colmo celebraría Massa, que es el otro que también ya les ganó.

La presidenta ya bajó a Julián Domínguez de la pelea y dicen que si no mejora en las encuestas podría hacer lo mismo con Randazzo, y hasta aseguran ahora que con Aníbal Fernández.

Una constante del Gobierno: la procesión suele ir por dentro en aras de cuidar siempre el relato.

Hay reparos muy larvados al efecto ulterior que pudiera tener en el votante una candidatura de Cristina, o dos, si se suma la de su hijo Máximo, tenido por algunos como un auténtico piantavotos. Hasta la visita del 7 de junio de la doctora al Papa Francisco, y su verdadero efecto en las PASO de agosto después de comprobar los miles de rechazos que generó la movida en las redes sociales y en medios radiales, ha entrado en la mira de los más sensatos.

¿Irá? Hay quienes han empezado a dudar. El inefable Aníbal lanzó lo que sería la punta de lanza de ese ensayo para zafar de lo que puede convertirse en un pelotazo en contra. "No me consta que ese viaje se haga", dijo.