Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Sin remedio, Cristina se recuesta en Scioli

La presidenta ha tenido que tragarse un gran sapo en los últimos tiempos: terminar de bendecir al tope de la fórmula del FpV al hombre que siempre trató de voltear, Daniel Scioli.

Cual discípula, a fin de cuentas, de Carlos Menem, Cristina Fernández despotrica y patalea, pero no mastica vidrio. Y cuentan que, incluso, ahora hasta fantasea con un triunfo en primera vuelta en octubre, de la mano de Daniel Scioli.

Si de tragarse sapos se trata, ella acaba de comerse uno tan grande como su ego. Es, para empezar, una enorme herejía de la política que ejerció a golpe de palo y látigo: terminar por bendecir al tope de la fórmula del Frente para la Victoria al hombre que buscó tumbar de todas las formas posibles para cortarle la carrera hacia la Casa Rosada.

Lo que ha ocurrido en la última semana, mal que le pese al entusiasta de Florencio Randazzo -y lo reflejan en importantes despachos del Gobierno- deja pocas dudas sobre un paso que se veía venir producto del espanto y no del amor: la presidenta va camino de recostarse definitivamente sobre Scioli, reafirmando aquella idea que ya había sido expresada días atrás sobre la existencia de un nuevo plan para aceptarlo al gobernador como el candidato oficial a la presidencia, a cambio de que Cristina pueda meter mano en las listas tanto nacionales como provinciales, y designarle a quien será su segundo en la grilla como candidato a vicepresidente.

Un paso que, a la vez y en la medida en que se dan indicios de que el exmotonauta no es ajeno a su buena estrella de estos días -que lo coloca en el mejor momento de su carrera-, algunos sciolistas se atreven a poner en duda. "Eso de que ellos nos van a poner desde el vice para abajo hasta el último concejal, está por verse", se envalentona uno de sus operadores de cabecera.

Como si hubiesen descubierto la pólvora, ahora hay voceros que aseguran que Scioli "no es tonto", que asumió los maltratos como un hombre de fe y optimismo, pero que siempre supo que al final del camino lo iban a venir a buscar.

Es parte de aquella herejía que debe protagonizar la doctora contra su voluntad. Y que la llevó también a ordenar a su tropa de incondicionales, que de a poco le vayan despejando el camino al previsible pero hasta hace algunas jornadas impensado protagonista de sus más caras necesidades políticas.

Una comprobación temprana es que Randazzo haya salido al mismo tiempo de esos enjuagues a proclamar que la mandataria le dijo: "Flaco, mi candidato sos vos". Primero, que es altamente improbable que ella haya otorgado semejante bendición, porque lo que nadie desmiente en el Gobierno es que no le va a entregar ninguna señal a nadie hasta el último minuto antes del plazo para presentar listas.

Más allá de que el apoyo a Scioli es real, aunque el plan corre por canales subterráneos y nadie lo ha publicado oficialmente en los diarios. Será fiel a ese mismo estilo que utilizó, por caso, cuando señaló con el dedo a Amado Boudou como su compañero de fórmula.

En verdad, es aquel un indicio de que hay algo de desesperación en el ministro de Transporte, porque tampoco es tonto y por ahí se la ve venir. Asimismo, puede entenderse otra acepción que circula en el Gobierno, que resume lo obvio y figura en cualquier manual: Cristina sabe que su poder interno comenzará a deshilacharse apenas se conozca el nombre del candidato presidencial de su partido en la noche del 9 de agosto. Tal vez deba encontrarse por allí también su repentino aunque, por ahora, larvado amor por el exmotonauta.

Todo cierra en torno a un argumento fundamental y de mucho peso: las encuestas. Scioli y Cristina son consumidores compulsivos de sondeos propios y ajenos. Y todos los números que hoy llegan a La Plata y a Olivos arrojan el mismo resultado: que el gobernador se recuperó de algunos puntos que había perdido por el paso del huracán Nisman y está otra vez cerca de un 30% de intención de voto para las PASO, mientras Randazzo no se movió del 14 /15% que le daban hace un par de meses.

Los apoyos que ha recibido Scioli esta semana, empezando por Carlos Kunkel y Diana Conti, que hasta no hace mucho lo mataban, o de Axel Kicillof y Diego Bossio, no son sino parte de aquella suerte de agachada presidencial.

Los diputados quizá se sonrojarían si revisan sus archivos. Uno dijo que había que sacarse de la cabeza a Scioli: "jamás será nuestro candidato". La otra se olvidó de repente de acusarlo cada mañana en radios amigas de ser el candidato de Clarín o de las corporaciones empresarias.

Con esta cantinela sólo se han quedado Randazzo y Hebe de Bonafini. Si hay alguien a quien en el pasado mandaron a serrucharle el piso al gobernador, ese es Gabriel Mariotto. Hoy proclama que Scioli es su candidato, el que mejor lo representa.

Siguiente clara señal de que el propio mandatario provincial observa que ahora discute con la Casa Rosada desde otro plano: desafió a quienes lo ninguneaban con el apoyo a la candidatura a la sucesión platense de Martín Insaurralde.

Puede decirse que aquí juega con las cartas marcadas: más allá de la embestida de medio krichnerismo y de los exabruptos del inefable Aníbal Fernández, todos saben por igual que el intendente de Lomas es el que mejor mide en las encuestas; mejor que Julián Dominguez, que Sergio Berni o el joven Bossio.

Existe una razón fundamental para este vuelco hacia Sciol: Cristina empieza a entender que es mejor que cuando se vaya del poder el presidente sea Scioli y no Mauricio Macri. El alcalde ya ha dado señales de que va a impulsar investigaciones por la corrupción de estos años, con centro en el enriquecimiento presidencial y los negocios espurios con amigos del poder.

Por si le faltase algo, deberá lidiar con buena parte de la Justicia, que sigue dando señales de que no se la va a hacer fácil cuando le toque volver al llano. ¿Supone ella que Scioli no la va a investigar como sí promete Macri? Pareciera.

La mesa chica de Olivos especula, por último, con que Sergio Massa no logre salir del parate en el que está metido, por lo que podría registrarse un corrimiento más amplio de votos desde el Frente Renovador a las arcas de Scioli, antes que a las del ingeniero.

Refuerza una presunción que corre por cuenta de ellos: si a eso se le suma el repunte de CFK en imagen positiva, que la colocaría como la presidenta con más alta consideración ciudadana al retirarse del gobierno desde 1983 a la fecha, un triunfo en primera vuelta quedaría al alcance de la mano.