Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Cristina, sin escalas entre la especulación y la furia huracanada

Lo que dejó el desplante de Carrió. Discurso de laboratorio. La primera vuelta, entre encuestas y candidaturas . La investigación de Bonadío Enojos, acusaciones y denuncias. Máximo y un pedido sobre Boudou.

Por Eugenio Paillet / elpais@lanueva.com

Una de cal y una de arena. Casi sin respiro, en el gobierno nacional se mezclaron esta semana días de ilusión y de solaz esparcimiento por la desgracia ajena, con la furia huracanada por la sospecha de que hay en marcha un golpe para derrocar a la presidenta, con eje en algunos jueces, más el necesario basamento de la oposición y los medios independientes.

Sin escalas, pasaron de frotarse las manos tras el enésimo desplante de Lilita Carrió a sus aliados de turno -a los que, por si faltase algo, en otro arranque patológico vinculó con diversos escenarios del tráfico de drogas- al furibundo ataque ordenado por ella misma desde su descanso en El Calafate para denunciar aquella intentona destituyente.

El portazo de Carrió a sus socios del Frente Amplio UNEN, que puso en terapia intensiva a esa coalición y en serios interrogantes a sus planes de terciar en la disputa electoral por la presidencia el año que viene, generó estados de ánimos tan exultantes en los principales despachos del poder, que Jorge Capitanich no dudó en exponerlo ante periodistas en una charla de pasillo: "La verdad, Lilita se ha convertido en nuestra mejor jefa de campaña".

Tras ese nuevo y frenético arranque de la diputada, en los laboratorios del gobierno se afanaban por instalar un discurso interesado para ellos, pero inconsistente y falto de cualquier atisbo de realidad: que la división en tercios de los principales grupos opositores (el Frente Renovador, el Pro y UNEN), agigantado por la casi ruptura del espacio de centro izquierda, robustecía la posibilidad de un triunfo en primera vuelta del oficialismo encarnado por Daniel Scioli.

Si es que efectivamente- algo que está por verse- el resto de los aspirantes del cristinismo decidiesen bajar sus propias postulaciones para encolumnarse todos detrás del gobernador bonaerense. Linda novela para agradar los oídos de la doctora, pero sin ninguna otra consistencia.

A la par de los desaguisados provocados por Lilita, la presidenta ordenó salir a full con aquel discurso: en un puñado de días hubo al menos una decena de incondicionales que se abalanzaron sobre los medios para proclamar el triunfo en primera vuelta.

Di Tullio, Rossi, Randazzo, Domínguez y hasta el inefable D´Elía, entre otros, se agarraron fuerte de ese libreto. Dos de sus encuestadores de cabecera, Artemio López y CEOP, les entregaron números que muestran a Scioli con el 40 por ciento de intención de voto, mientras Sergio Massa y Mauricio Macri se reparten cerca del 25 por ciento cada uno.

Pequeño detalle para desmontar la operatoria: a la misma hora Florencio Randazzo insistía con su bravuconada: no se baja de su candidatura por nada del mundo, ni aunque se lo pida en persona la propia presidenta.

En eso estaban cuando el juez Claudio Bonadío decidió investigar a Cristina Fernández por supuestas irregularidades en el manejo de la empresa que administra sus hoteles. En esa causa se investiga de modo central presuntas maniobras de lavado de dinero.

Se entiende la furia que atacó a la doctora y de la cual se hizo eco la mañana siguiente el jefe de Gabinete. Por primera vez desde que los jueces que no se han doblegado ante el poder kirchnerista levantaron las persianas de sus despachos y movieron los papeles, las esquirlas de esas averiguaciones empezaron a caer cerca de los talones de la presidenta.

Capitanich recibió la orden de denunciar un "golpismo activo" de parte del magistrado y de otros de sus colegas. En la Casa Rosada están convencidos de que hay un intento para embretar judicialmente a Cristina ahora mismo, sin esperar como ha ocurrido con otros procesos por corrupción a presidentes anteriores, a que abandonen las oficinas del poder.

El senador radical Gerardo Morales dice, sin que haya descubierto la pólvora, que lo que el gobierno busca es evitar que los jueces como Bonadío avancen con sus investigaciones contra Cristina y otras causas en los que están involucrados funcionarios del kirchnerismo antes de las elecciones del año que viene.

Si prosperan, en ese momento Alejandra Gils Carbó ya tendrá la nueva tropa de fiscales adictos que se encargarán de cajonear todas las investigaciones, en especial las que se ciernen sobre la presidente y sus vinculaciones con Lázaro Báez.

La parafernalia de acusaciones y de eventuales "carpetazos" contra los principales dirigentes de la oposición confeccionados y entregados a pedido del consumidor por la Secretaría de Inteligencia, una de las cuales ya hizo centro en la cabeza de Martín Insaurralde ("aporte" a los medios de fotos pasadas y no aptas de su esposa Jésica Cirio), van a continuar.

El constitucionalista ultra K Eduardo Barcesat acusó de sedición a los senadores de la oposición que no avalarán que el gobierno nombre al reemplazante de Eugenio Zaffaroni, mientras Capitanich prepara una denuncia contra el titular de la CTA opositora, Pablo Michelli, y Hermes Binner por apología del delito. En el caso del candidato socialista santafecino por considerarlo responsable del Movimiento Libres del Sur.

A todos los acusa de alimentar la idea de que habrá saqueos y otros desmanes sociales en diciembre.

Así y todo han decidido curarse en salud. "Cristina va a necesitar fueros", les advirtió un amigo experto en trajinar pasillos de tribunales. Máximo Kirchner, que por cuerda separada ya le pidió a su madre la cabeza de Amado Boudou para marzo a más tardar, ordenó empezar a trabajar en dos vías: la candidatura a diputada por la provincia de Buenos Aires, o a legisladora del Parlamento de UNASUR.