Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Médanos pierde las esperanzas de volver a hacer historia con el ajo

La falta de mano de obra especializada y de un riego adecuado son algunos argumentos. Cómo se pasó de sembrar 3.000 Has. en los '70 a las actuales 120 Has.
Médanos pierde las esperanzas de volver a hacer historia con el ajo. Con el campo. La Nueva. Bahía Blanca

Guillermo D. Rueda

grueda@lanueva.com

La Capital Nacional del Ajo es la ciudad de Médanos, cabecera del distrito de Villarino. De todos modos, desde hace varios años, eso ha pasado a ser una suerte de título nobiliario que, por ejemplo, le permite realizar una fiesta nacional.

La realidad productiva, en verdad, pasa por otro lado.

La actividad que, en la década del sesenta llegó a sembrar 3.000 hectáreas y unas 700 familias producían 12.000 toneladas y se acopiaban en 30 galpones de empaque, apenas hoy siembra 120 hectáreas y está limitada a menos de diez productores, quienes, en forma más o menos romántica, a duras penas sostienen la tradición.

El proceso fue lento, pero continuo. Hoy es tal el desarraigo que no hay margen para proyectar un retorno a aquellos momentos de gloria. Sí, acaso, un compromiso de apuntalamiento de las autoridades para los pocos ajeros que quedan en plaza.

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“Malas cosechas, pésimos precios, una enfermedad llamada Roya, que en principio no tenía cura y se daba mucho en la zona, y la problemática del riego. Por algunas de estas razones el productor se fue alejando de la actividad”, sostuvo Rodrigo Simone, medanense y perteneciente a una empresa familiar dedicada al ajo desde décadas.

“En esta zona el agua fue determinante. No existe riego como en la zona de Corfo o la que provee Mendoza. Acá no hay caudal para grandes extensiones”, dijo.

Ante este panorama, los Simone tomaron decisiones: se fueron a Mendoza, aunque no dejaron, ni piensan hacerlo por ahora, la producción y las instalaciones de Médanos.

“La pérdida de los productores grandes también se dio porque las generaciones no continuaron con el cultivo”, manifestó.

“Las pequeñas parcelas ya no eran rentables y cada vez había que producir más cantidad, a mayor escala, para salvar los gastos. Antes eran quintas de 4 o 5 hectáreas y ahora, con ese número, cuesta para tirar todo el año.

“Antes la gente vivía en las quintas; en el campo. Hasta había más escuelas rurales. Hoy eso no sucede, en especial con los jóvenes. Esta es otra realidad”, explicó.

--¿Por qué decidieron irse de Médanos?

--Mi familia no se fue de Médanos, sino que decidió poner una pata más en Mendoza. Se vio la posibilidad de sumar extensiones, porque había más agua, por el clima y por el suelo. Conocíamos Mendoza porque íbamos a comprar semillas. Alquilamos un campo y largamos en 1990. ¿Con exenciones impositivas? No, ninguna.

--¿Se instalaron muchos productores?

--Pocos. Quienes quedaron con ajo en Médanos hoy se dedican a otra actividad, como la ganadera.

--¿Cuántos empleados tienen en Mendoza?

--En el galpón de empaque hay alrededor de 140 personas. Acaso un poco más en plena temporada. Allá se trabaja en forma estable y constante. En Médanos, al no haber materia prima de manera continua, se perdió casi todo. Acá tenemos galpón con personal y seguimos produciendo a pulmón.

--¿Se puede pensar en una reactivación?

--Es difícil. Hay que tener gente especializada para el manejo completo del cultivo y, hoy por hoy, Médanos ya no posee mano calificada para este producto. Y ahora es muy costoso implantar ajo.

“Al tener tanta dependencia del clima y de gente especializada, se requiere de un proceso que lleva tiempo y es difícil encontrar, hoy, productores que estén dispuestos a todo esto. Para arrancar de cero es casi imposible.

“Luego está la comercialización, que hay que conocer, ya que estamos lejos de la zona de los principales galpones de empaque”.

--¿Con riego sería distinto?

--Sí, se podría hacer otra cosa. Irse a Corfo siempre es una opción. Varios ajeros se fueron en su momento, pero al final se inclinaron por la cebolla, que es una producción diferente y está fuertemente instalada allí. Y algunos también sumaron ganadería, maíz o girasol. Sí, canalizar riego en Villarino Norte sería muy importante.

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Dependiendo de la variedad sembrada, la cosecha del ajo se produce en diciembre. La actividad se extiende hasta julio (cuando compra Brasil, nuestro principal cliente), con tareas en los galpones de empaque. En agosto, o septiembre, se comercializa en el mercado interno.

Médanos siempre se dedicó al ajo colorado, que se cosecha a principios de diciembre y se siembra en abril, mayo y junio. Se comercializa hasta fines de junio y principios de julio.

El ajo requiere mucha mano de obra en la siembra, en la cosecha y en el empaque, ya que se corta y se pela a mano. Aunque en las empresas más avanzadas se desgrana a máquina, así como se siembra y se cosecha.

“Para la recolección se requiere mucha gente y presionan la lluvia y el sol; por eso decimos que, cuanta más gente, mejor. Si bien todas las temporadas son distintas, en comparación con otras esta ha sido buena”, sostuvo.

“La corrección del tipo de cambio mejoró mucho, aunque los costos para implantar, como están en dólares, subieron en forma importante. En Médanos llovió muy bien en el momento de la siembra, que es fundamental, y se pudo cosechar bien para un acondicionamiento adecuado”, contó.

“Como en Mendoza hubo algunos contratiempos con el clima durante la cosecha, eso terminó beneficiando a nuestra zona, ya que allá hubo menos rinde y el precio mejoró”, amplió.

Los Simone realizan todo el ciclo productivo del ajo, desde la siembra, cosecha, compra a terceros, empaque y exportación. El dato no es menor, ya que el 95% de la producción de la Argentina, que ronda las 80.000 toneladas, se destina a la exportación.

“Somos el segundo exportador mundial de ajo y es porque está muy bien visto. Nos ayuda estar cerca de los brasileños, ya que el 70% de las exportaciones se las llevan ellos”, afirmó.

--¿Hacia dónde va la producción en la Argentina?

--La idea no es producir más, sino mejor. Un mejor producto, más grande, de mejor precio. Es sabido que con calidad uno se defiende mejor.

--¿Se puede lograr?

--Siempre se quiere ser más eficiente, pero eso está relacionado con la inversión que se debe hacer en fertilizantes, en abonos y en la incorporación de nuevas tecnologías.

“En la Argentina habría que usar más frigoríficos para guardar el ajo, algo que no se está haciendo. Eso permitiría almacenarlo, regular la venta y que el producto esté intacto a la hora de venderlo”.

--¿Sumar frigoríficos es una alternativa viable?

--Sí, aunque son inversiones a largo plazo y se debe contar con la ayuda del Estado. Acá no sabemos qué puede pasar dentro de seis meses y por eso es complejo planificar.

“Un ejemplo es China, que es el principal importador, el principal consumidor y el principal exportador. Almacena en frigoríficos y regula el precio del ajo en el mundo.

“En nuestra región Brasil fija el valor como gran importador, aunque al ajo de China le pone un impuesto antidumping que, por fortuna, nos permite competir. Pero no siempre sucede esto; es variable”.

--¿Cuáles son los principales reclamos del sector?

--Debería haber seguros; cae piedra y se pierde todo. Para el ajo y la cebolla no hay, pero sí para el trigo o la soja.

“En época de cosecha el productor no duerme, porque se juega el trabajo de un año en quince días. No se trata sólo de dinero, sino que es el sacrificio de mucha gente.

“También se debería facilitar el trámite de registración de gente, a fin de que incentive al productor. Es un reclamo de años, y de todos los sectores, pero especialmente de las producciones que conllevan cosecha.

“Lo ideal sería no perjudicar a quien quiera trabajar, como tampoco al productor. La cosecha dura 20 días y no todos quieren ser registrados porque tienen otros planes (sociales) y temen perderlos. Hay que buscar algo sencillo para todos. Y sería darle un marco de regularidad para poder invertir a 5 o 10 años.

“También será interesante encontrar un destino para los ajos que salen manchados y terminan siendo de segunda. Es decir, que haya una industria que los tome para que no se tiren”, concluyó.