Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Un asalto que tuvo consecuencias fatales para un comerciante local

Sandra Estrada recordó el episodio registrado en un negocio de Villa Parodi, donde un policía irrumpió mientras ocurría un robo y, al vaciar su cargador, uno de los proyectiles impactó en Guillermo Aimar y provocó su muerte.
Personal de Policía Científica resguardó el lugar mientras realizaba su trabajo tras el hecho.

El sector, como tantos otros de la ciudad, llegaba a un nivel peligrosamente inseguro. En ese mismo lugar se habían registrado varios robos, incluso en uno de ellos la víctima había logrado reducir a un adolescente que había actuado armado.

Pero ese 19 de febrero de 2003, el repetido episodio terminó en tragedia, cuando la negligencia o imprudencia de un joven policía terminó erigiéndose en un acto de terrible injusticia por su irremediable consecuencia.

Ese día el quiosco por entonces denominado Chocolate, ubicado en Teniente Farías 1507, estaba siendo escenario de otro robo perpetrado por dos jóvenes delincuentes (otro actuó como apoyo en el exterior) cuando hizo su aparición un cabo primero para vaciar el cargador de su arma reglamentaria y uno de esos proyectiles impactó sobre Guillermo Alberto Aimar (48 años), quien falleció poco después mientras era trasladado al Hospital Municipal de Agudos Doctor Leónidas Lucero.

“Era verano, así que yo venía más o menos a las cinco y media; pero él (por Aimar) estaba a la mañana hasta la una, y después volvía y se quedaba hasta las nueve de la noche”, comentó Sandra Estrada, en aquel momento empleada en el local y hoy dueña del comercio.

“Yo estaba en mi casa en la esquina del monoblock y justo una vecina me dice `Sandra, me parece que pasó algo en el quiosco porque está la policía´. Recuerdo que le respondí `no, si van a comprar cigarrillos como a cualquier quiosco´; pero ella me dice `me parece que sí, porque hay más patrulleros´. Entonces me vine corriendo, a ver qué había pasado”, recuerda la mujer.

“Cuando llegué me dijeron que justo se lo habían llevado, lo habían cargado a un patrullero e iba rengo porque le habían pegado un tiro en un pie. Bueno, quedó así; pero el susto era grande porque, además, conmigo era muy buena persona”, detalló.

Siguió diciendo que “al llegar vi que había policía y me dijeron que no podía entrar, pero justo llegó la señora de Guillermo (Claudia Viviana Gómez) y como escuchó mi voz hizo que pasara. Ahí le pregunté qué había pasado y me dijo `no, nada´. Recuerdo que ella llamó a los chicos y les dijo `quédense tranquilos, que no pasó nada´; pero un policía me hizo señas como que algo más pasaba”.

La mujer hace una composición del trágico escenario en que se había transformado el local

“Acá estaba lleno de agua, porque habían arrancado la pileta (del baño ubicado en la parte posterior del comercio), además de sangre de Guillermo que también estaba sobre el mostrador de madera; también vainas de las balas. Una heladera tenía muchos tiros. Me parece que eran trece impactos”.

Confusión

“Yo le preguntaba a la dueña y nunca me dijo bien cómo había sucedido; ni ella lo sabía, porque el único que estaba acá era él (por la víctima)”, reconoce Sandra.

Luego, la secuencia sobre lo sucedido fue cobrando cuerpo a través de comentarios.

“Dicen que afuera (del local) había un hombre que era policía pero estaba de civil, y que su hermano había entrado para hacer fotocopias, aunque acá nunca se hicieron”, indicó.

Mientras tanto, dentro del negocio se estaba consumando el robo.

“A este muchacho (en referencia al hermano del efectivo) lo hicieron tirar al piso. Para esto, el policía escucha ruidos, entra y cuando lo hace ve a uno armado. Y supuestamente empezó a los tiros, porque no sabía que Guillermo era el dueño del quiosco. Esos fueron los comentarios, porque en realidad nadie sabe nada sobre cómo fue. Esto que le comenté fue lo que declaré cuando me preguntaron”, asegura la mujer.

Por el suceso, y en el marco de un juicio abreviado, fueron sentenciados el policía Oscar Chaparro, y los frustrados asaltantes Miguel Ángel Oporto y Roberto Carlos Silva.

Al policía, autor del disparo que terminó con la vida del comerciante, le impusieron un año de prisión en suspenso y seis años y ocho meses de inhabilitación para el empleo de armas de fuego, por homicidio culposo.

En cuanto a los otros procesados, se cambió la calificación de homicidio en ocasión de robo a robo calificado, y se los sentenció a cumplir cinco años de cárcel.