Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Estela Vittadini: "En esta lucha se fue mi vida"

Nunca bajó los brazos para lograr esclarecer el crimen de su hermano Néstor Osvaldo.
“Pido que cambien las leyes y que los fiscales se pongan a trabajar”, enfatizó Estela.

“No estuve conforme con lo que decidieron los jueces del (Tribunal en lo) Criminal 2, porque con el doctor (Christian) Long pensábamos que lo iban a llevar detenido. Lo dejaron en libertad y empezó a apelar. Así pasaron casi dieciséis años, y yo no dejé de moverme un minuto durante todo ese tiempo. En esta lucha se fue parte de mi vida”.

Alcira Estela Vittadini recuerda el momento en que, a mediados de agosto de 2013, y después de transitar mucho en su búsqueda de justicia, fue condenado a once años de prisión el asesino de su hermano Néstor Osvaldo (47).

La pena recayó sobre el policía retirado Juan José Quartarone (64), quien fue hallado culpable del homicidio del exboxeador, cometido el 4 de enero de 2001, en Cerrito y De Ángelis, de Villa Floresta, donde alrededor de las 22.30 fue ejecutado de cinco balazos.

El condenado siguió en libertad hasta principio de noviembre pasado, al quedar firme la sentencia.

En las últimas horas, el juez de Ejecución, Claudio Brun, rechazó un pedido de arresto domiciliario solicitado por el procesado.

La búsqueda de justicia expuso a Estela a situaciones peligrosas.

“Él (por Quartarone) vivía en Villa Belgrano, a cinco cuadras de mi casa, y empezó a amenazarme. Con mi hija enfrentamos amenazas durante un año y medio, incluso soportando un golpe en un comercio, ya estando condenado”.

Agregó que “en otra ocasión cuando volvía a mi casa en un colectivo de la (línea) 500 se paró detrás mío y también me amenazó”.

La mujer aseguró que “hice las denuncias por amenazas. En una palabra, me enfrenté contra la corrupción policial, porque denuncié a todos los que estaban al frente de la Brigada y habían encajonado la causa”.

Investigación

Estela está convencida de que Quartarone fue condenado porque la investigación terminó siendo realizada por personal de la división de Casos Especiales de la policía bonaerense.

“En lo que era la Brigada (de Investigaciones) y ahora es DDI me vendían pescado podrido cuando iba. Ellos encajonaron la causa. Luego, gracias a Dios, la fiscal Claudia Lorenzo les sacó la causa y la entregó a la Dirección de Casos Especiales de La Plata, que en un año y medio lo esclarecieron, luego de que pasaran casi trece años”.

Sobre las amenazas recibidas, comentó que “buscaban diferentes lugares para hacerlo y, por correo, hasta me mandaron un sobre con tres balas. Por el ruido pensé que eran monedas y pensé ‘qué lindo, es una donación para la comisión’, dijo Estela haciendo referencia a la Comisión de Familiares de Crímenes Impunes, que presidió hasta 2003.

Reclamo

“Lo único que pido es que cambien las leyes y que los fiscales se pongan a trabajar; que no sirve estar detrás de un escritorio. Es increíble que la víctima tenga que salir a investigar; yo tuve que hacerlo, con una hermana me metí en tantos lados. Una vez me sacaron a los tiros”, recordó.

“Fuimos a la calle Israel a ver a un tal Pablo. Era un lugar medio raro, del que salió uno con un revólver y dijo ‘ustedes vayan esta noche a las diez y media y pregunten por ‘El Sapo’. Teníamos que ir cerca del frigorífico abandonado en Villa Nocito. ‘Ahí las van a esperar en un Falcon blanco y `El Sapo´ le va a contar todo’, nos dijo.

“Mi hermana tenía un Ford Taunus viejo y fuimos solas. Paró el Falcon, nos acercamos y nos dijeron que camináramos hacia un sector que estaba como a una cuadra. Era un descampado con árboles detrás del frigorífico. Ahí mi hermana me dice ‘cuando yo te diga ya, dispará y tirate al suelo’. Hicimos eso y ellos dispararon unos tiros, que no sé para dónde salieron”.

Estela reconoció que la conflictiva relación entre víctima y victimario se originó cuando “mi hermano hacía changas en el mercado de verduras, en la ruta 33, y este asesino hacía guardia y robaba dentro del mercado. Incluso llamaba la atención que hubiera muchos asaltos a puesteros que iban a hacer depósitos (de dinero) y fueran asaltados por el camino”.

“Mi hermano sabía muchas cosas de él y lo denunció, por lo que empezó a amenazarlo. Todos los puesteros le tenían pánico a Quartarone”, concluyó la hermana de la víctima fatal.