Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Turismo gastronómico

El turismo gastronómico moviliza cada vez más personas alrededor del mundo. El eje del concepto implica que la gastronomía es el factor que motiva el viaje, más allá de cualquier otro. En todas partes se comienzan a observar personas que viajan para experimentar, degustar y probar nuevos sabores, ya sea en ferias gastronómicas como en restaurantes y afines.

Quizás en lo físico esté asociado al momento de ocio que el turismo plantea, y a la apertura a probar nuevos sabores y sensaciones que la comida sin dudas provee. Se asocia esa comida con la salida de lo cotidiano, de relajarse, de energizarse, de socializar, o de estar más saludables. Se sabe que alguien que en vacaciones busca comer lo mismo que en su hogar es porque añora, y ya es hora de volver.

En lo cultural, es innegable que la comida forma parte intrínseca de la cultura de un país o región, y que podemos conocer mucho acerca de un lugar y su historia tan solo mirando que se pone en la mesa. Cómo muestra de esto, el 16 de noviembre de 2010, la gastronomía mexicana fue reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

México fue el primer país en designar su cocina nacional como un ejemplo del patrimonio cultural, ya que se consideró que “no son sólo alimentos, sino una creación de mitos, rituales, así como un sistemas complejos de expresiones sociales vinculados a antiguas prácticas agrícolas a través de festivales, celebraciones, siembra y la cosecha de cultivos”.

También el turismo gastronómico hace declaración de prestigio y estatus. En el mundo de hoy la premisa parece ser: fotografíe, comparta, y luego recién deguste, y esta herramienta nos permite incrementar el sentido de pertenencia y de hacer una declaración de estatus en cada una de nuestras fotos. Ya se ha dicho, no se trata de qué tan bien comas ni dónde, sino de que tan bien te vean los demás comiendo en ese lugar, y de poder probar que uno estuvo allí.

Paradójicamente, el turista no gastronómico se comporta a la vez como un residente, buscando el alimento o la bebida por una necesidad fisiológica y cayendo normalmente en fast foods o en locales donde lo que prima es el precio y rapidez del servicio al contrario del viajero gourmet, quien suele ser muy exigente en cuanto a la calidad y autenticidad de aquello que degusta, y está dispuesto a pagar por ello.

En Argentina: Rutas del Vino, Argentina Gourmet, Placeres con sabor a Norte, son sólo algunas de las propuestas que toman forma y sabor ofreciendo un abanico de opciones al turista nacional y extranjero. Ya no puede negarse el poder motivador que la industria tiene, y las infinitas posibilidades económicas que plantea para cualquier región. En nuestra ciudad y la zona, el crecimiento y la calidad de la oferta, en conjunto con una gran fuerza del sector en diversificar las propuestas para atraer a este nuevo mercado de sibaritas, nos hace pensar que estamos en la vera de un nuevo punto gastronómico en el mapa de esta región, y que no es imposible imaginar una ciudad con muchos más sabores, que el de la sal.