Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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“Los que aman, odian” retrata una peligrosa y ardiente relación

El filme protagonizado por la dupla Francella-Lopilato está basado en una novela de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares ambientada en la década del 40. Un thriller lleno de pasión.

Claudio Minghetti

Agencia Télam

Guillermo Francella vuelve al cine, compartiendo cartel principal con Luisana Lopilato, a más de una década de haberlo hecho en la pantalla chica, esta vez en Los que aman, odian, versión cinematográfica del relato corto de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo publicado en 1946, que dirigió Alejandro Maci.

La nouvelle, considerada como una pionera de la literatura policial argentina, nació bajo la influencia que Casares y Ocampo tuvieron de la obra de los escritores británicos Sir Arthur Conan Doyle o Agatha Christie, con un lugar a puertas cerradas en el que la excusa argumental es resolver una muerte misteriosa.

Para el personaje del introvertido Dr. Huberman, Maci eligió a Guillermo Francella, una de las grandes figuras del teatro, el cine y la televisión argentina, que vuelve a demostrar su histrionismo.

“La novela no es lo mismo que la película, y desde la fase interpretativa, Maci trabajó con mucho ahínco con cada uno. Precisamente me permitió trabajar una cuerda nueva, porque de eso se trata ser actor: de asumir nuevos riesgos”, dijo Francella.

A finales de la década del 40, y en una casona solitaria que se levanta en un médano de Ostende, en la costa atlántica, llegan para tomar unos días de descanso viejos conocidos, que se reencuentran fortuitamente y tendrán que compartir pasado y presente, verdades y mentiras.

Entre ellos se recortan particularmente dos, un solitario médico homeópata, el Dr. Huberman, y una joven y bonita mujer, ahora traductora de inglés, que fue su paciente y con la que en aquellos tiempos tuvo una relación a puertas cerradas que parecía quedada en el recuerdo.

El grupo, una decena de hombres y mujeres, expone sus personalidades a medias, que al mejor estilo de los clásicos relatos de suspenso, desemboca en una muerte casi anunciada, pero también en un enigma a resolver, donde todos revelan su costado más miserable.

El desafío de versionar una vez más a Bioy Casares, en este caso la única novela -en este caso corta- de su bibliografía y escrita a cuatro manos con su esposa, la también escritora Silvina Ocampo, es de Alejandro Maci, que debutó en el cine hace veinte años con El impostor, también de Silvina Ocampo, para luego dedicarse a la televisión, con éxitos como Botineras y En terapia, y en teatro Invenciones.

¿Qué tanto sabías de Bioy Casares o de Silvina Ocampo antes de que te convocaran apara esta historia?

-De Bioy Casares sí, de Silvina y Victoria no. Tanto de Borges o de Bioy sí fui lector. Del universo de Bioy y Silvina sabía algo... El hecho de filmar en la Villa Ocampo me transportó a esa época, esas fugas... un lugar emblemático. Es más, había ido un par de veces, pero ahora filmar allí fue movilizante. Imaginar ese mundillo literario, con ese lenguaje tan agradable, que incluso tiene el guión, No es solamente el vestuario, sino el lenguaje de aquellos tiempos, con un nivel cultural que me apasiona.

Es como un planeta muy especial...

--Mi personaje es este homéopata... como insisto, la homeopatía sigue cuestionada hasta ahora mismo, me imagino en aquellos tiempos... Debe haber habido mucho más cuestionamientos. Pero él vivía para sus globulitos, los tubos de ensayo, sus gotitas, y le aparece esta paciente que le cambia la historia, que le genera una pasión que nunca antes había experimentado. Ella también se engancha con él, pero lo usa, y lo lastima mucho. Y se da un reencuentro fortuito, porque ni él ni ella lo buscaron, fue casual, en ese lugar de ensueño que representa Ostende. Es un mundo aparte, porque allí estarán como encerrados, con los postigos clavados, sin poder salir, que les genera un acercamiento... Fue muy interesante el proceso...

¿Vos creés en la sentencia del título, que los que aman odian?

--Podés estar enojado, pero odiar es un término muy profundo. Ella logra matarlo, humillarlo. En un momento él le pregunta “¿Por qué lo haces? Me enamorás, me buscás, me dejás”. Son esas mujeres que viven el hoy y ahora, y después, si te enamoraste perdidamente de mí es un tema tuyo. No coincido en que los que aman, odian; seguramente podés desenamorarte, enojarte, pero solo podés odiar si esa persona fue muy mala con vos.

-Tu personaje tiene que ver con el humillado de “Rosaura a las diez”, cuyo personaje principal fue interpretado por el comediante Juan Verdaguer, que también demostró ser un excelente actor dramático...

--Hace poco volví a verla... Nunca dejé la comedia, ahora mismo estoy filmando una, Mi obra maestra, con Gastón Duprat y junto a Luis Brandoni... No dejé la comedia, quizás no me la ofrezcan. Mis nueve películas anteriores fueron bien heterogéneas. Como actor me gusta esa alternancia.