Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Maximiliano Guerra, del ballet a los musicales

El bailarín estrenó “Luz Cenicienta” en un teatro porteño, donde se narra un cuento de amor, en clave de humor y dotado con “guiños” para el público adulto.
Maximiliano Guerra y Ana Belén Beas, ambos en un impasse de la obra que subió a escena días atrás en la capital.

Maximiliano Guerra y la española Ana Belén Beas conforman la pareja protagónica de Luz Cenicienta, un musical imponente, con 22 artistas en escena, música en vivo y efectos especiales para narrar el cuento de amor, en clave de humor y dotado con guiños para el público adulto, con Moria Casán, en el rol de una madrastra particular, que se estrenó en el porteño El Nacional, de la avenida Corrientes 960.

La eterna historia de la bella huérfana, presa de la maldad de su madrastra y sus hijas, capaz de transformar su vida al enamorarse de un príncipe, tuvo diversas versiones en formatos varios desde sus orígenes ligados a la tradición oral europea.

Luz Cenicienta es una idea original, libro y letras de la actriz, bailarina y cantante hispana, para extender sus límites narrativos, tradicionalmente destinados a los chicos, e intenta conquistar a los adultos, gracias a insinuaciones y giros pícaros en la trama, con música original de Ángel Mahler, dirección de arte de Ariel Del Mastro y diseño de escenografía realizado por Jorge Ferrari.

El clima de faena minuciosa reina en la sala, donde una pantalla de led gigante ya se encuentra ubicada sobre el escenario, mientras los bailarines ensayan en el hall, bajo la atenta mirada de la coreógrafa Mariela Anchipi (La Chipi), una de las coachs más carismáticas de Bailando por un sueño (El Trece), quien también se presta a la danza para señalar movimientos al detalle.

La reunión de figuras prestigiosas del musical local como Pablo Sultani, Julián Pucheta y Sabrina Artaza e intérpretes populares, Gladys Flormimonte y Divina Gloria, resulta otro atractivo de la propuesta

Un ambicioso show destinado a girar por el mundo, que ya tiene a Madrid y Las Vegas, como dos rumbos.

Télam conversó con Ana Belén Beas y con Maximiliano Guerra, quienes se mostraron dotados de un entusiasmo contagioso.

--La historia tuvo muchas versiones, ¿Qué características identifican a esta obra?

Maximiliano Guerra: --El espíritu del cuento se mantiene, el tema del amor, su magia, resulta muy divertida, bien escrita, con un toque de cada condimento necesario para que el público la pase más que bien.

Ana Belén Beas: --La capacidad de divertir a los grandes a través de guiños es fundamental, queremos que se transforme en una buena opción para una salida de amigas, o como una escapada de pareja. La puesta resulta bastante especial, Maxi es el héroe, pero uno bastante particular llamado Manuel, un bailarín gitano de fama mundial y al arribar al pueblo arma un revuelo digno de la realeza, los habitantes quieren tenerlo cerca y que él les cuente sus anécdotas, por eso, sus amigos, en plan cariñoso lo han apodado "el príncipe", un seductor, sin intención de cambiar su camino de conquistas, hasta que conoce a Lucía.

--¿Su Cenicienta, guarda algún secreto?

ABB: --Hay que venir a ver la obra, pero puedo decir que es una muchacha decidida, con una situación familiar difícil, y vive en una casa que no representa su hogar, junto a tres mujeres que no la quieren, tres “malvadas” deliciosas, interpretadas por Moria, Divina Gloria y Florimonte. Ella ama el amor, pero no se siente lista como para encontrarse amorosamente con alguien, hasta que casualmente se topa con Manuel y se produce un choque entre ambos, literalmente: él la lleva por delante y vuelca sus pertenencias.

--¿Cómo se construye el vínculo entre los dos?

ABB: --Se trata de un encuentro casual, de esos que de repente pueden cambiar tu vida. Se relacionan a partir de una confluencia accidental, y como ella no sabe quién es, desconoce el halo que lo rodea, logran una conexión fuerte entre ambos, ya que ella accede a relacionarse con el verdadero Manuel. El caballero consigue acercar a Lucía aquellos valores sobre los que le hablaba su madre fallecida. Ambos coincidenen un punto: el amor al baile. Los dos comparten la misma filosofía de vida: cuando sienten que las cosas van mal, miran al Cielo y bailan la vida. La moraleja es que más allá de las melodías que suenan, hay que bailar la vida.