Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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A los 86 años, murió el actor Bud Spencer

Medía casi dos metros, pesaba más de 140 kilos y a la mínima sonreía –lo cual escondía aún más sus ojos achinados- y soltaba un rotundo: “Nunca fui actor”.

Y efectivamente, cualquier crítico exquisito asegurará que Carlo Pedersoli nunca tuvo talento para pasear por los caminos interpretativos. Pero daba igual: adonde no llegaba su talento alcanzaba su presencia; y él nunca paseó por el cine, sino que conquistó la pantalla a puñetazos.

Pedersoli, para los adolescentes de los setenta y ochenta, era un mito, aunque no por ese nombre sino por su seudónimo interpretativo: Bud Spencer.

Ayer por la tarde, a las 18.15, Pedersoli murió en Roma a los 86 años, como anunció uno de sus hijos, que aseguró que su última palabra fue “gracias”, y que ha fallecido serenamente, “sin sufrimiento”. En cambio Spencer ha sido, es y será inmortal.

Pedersoli ya tuvo de por sí una vida fascinante. Nacido en Nápoles en 1929, su familia emigró en 1947 a Sudamérica, lo que le obligó a abandonar la carrera de Química, que había empezado muy temprano por su facilidad para los estudios.

Dos años después volvió a su país, impulsado por su capacidad en la piscina. En 1950 se convirtió en el primer nadador italiano en bajar del minuto en los 100 metros libres (fue siete veces campeón nacional de esa distancia), y logró varias medallas en distintos Juegos del Mediterráneo.

En los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y de Melbourne 1956 además de nadar en solitario formó parte del equipo de waterpolo de su país que alcanzó las semifinales en ambos campeonatos.