Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Bruno Gelber y el largo camino de regreso a casa

El notable pianista Bruno Gelber recordó los buenos y malos momentos de su vida y de su exitosa trayectoria. Agencia Télam

El pianista argentino Bruno Gelber, considerado uno de los mejores intérpretes de su instrumento en el mundo, se presentará hoy en el Teatro Colón junto a la Filarmónica de Buenos Aires, en el inicio del ciclo de abonos del máximo coliseo argentino.

Con una vida consagrada a la música, al estudio constante y a la interpretación del piano, no hay recuerdo de Gelber que no esté emparentado con las partituras, las largas jornadas de preparación, así como su niñez en una casona de Belgrano repleta de niños que iban a estudiar con su madre --profesora de piano-- o con su padre violista, concertista del Teatro Colón.

"Mis padres se juraron hacerme todos los gustos, menos orientarme a la música, pero desde los dos años me quedaba junto a mi madre, Ana Tosi, oyéndola tocar; mi padre formaba parte de la orquesta del Teatro Colón. Ellos estaban espantados ante mi condición con la música --dijo con una gran sonrisa--, pero mi madre rápidamente notó el oído que yo poseía. Así que a los tres años y medio comenzó a enseñarme formalmente, yo vivía en el piano", relató Gelber el primero de muchos recuerdos que fue desgranando sobre su vida.

De hecho, tanta fue la dedicación de ese niño --contó Gelber en tercera persona--, que aplacar esa pasión resultó imposible.

"Mi padre no quería que fuera músico pero me llevaba con él y estaba mucho tiempo en el teatro, para probar mi oído junto a los diferentes instrumentistas. Yo poseía oído absoluto, iba a todos los conciertos de cámara y de ópera", dijo el artista que ofreció más de 5000 conciertos en salas de todo el mundo.

El primer concierto de Gelber fue a los cinco años y así lo evocó.

"Mi madre decidió que tocara en un festival que organizaba una colega de ella. Ese concierto resultó crucial para mí, fue el único concierto que di sin tener nervios, estaba feliz, seguro de mí. Así, mi madre me envío a estudiar con el profesor Vincenzo Scaramuzza (gran compositor italo-argentino , pianista, pedagogo y uno de los fundadores de la docencia de piano en la Argentina), quien sin pelos en la lengua le dijo 'si usted no toma en serio a este niño es una idiota', era un docente difícil", indicó Gelber.

En ese momento, desde Europa su padre le hizo traer un piano, pero la vida puso a prueba al niño Gelber cuando a los siete años sufrió poliomielitis, dejándolo inmovilizado por un año.

"Recuerdo haber jugado con mi perro, me acosté a la noche y ahí me caí, y le dije a mi madre que no podía tenerme en pie (la poliomielitis se desató como epidemia en el país a mediados del siglo XX). Yo sentí que era algo grave, mi madre en un salón contiguo hablaba con el doctor, volvió hacia mi cuarto, y mi primera pregunta fue: '¿Puedo tocar el piano?'.` Eso seguro´, respondió, `¿Y caminar?' `No estoy segura´, sentenció entre sollozos".

Gelber continuó estudiando y recordó que "mis padres acondicionaron un piano, quitando los pedales, arrimaban mi cama para que pudiera tocar. Mi estado era muy comprometido, padecía muchos dolores, y mi única felicidad era tocar el piano. A los tres meses de padecer la enfermedad seguí con las clases del maestro Scaramuzza, mi padre me tomaba en brazos y me llevaba todos los miércoles hacia el centro donde tenía su casa. Un año después comencé a caminar un poco", comentó el artista.

No hubo llantos ni gritos, Gelber asumió y afrontó ese nuevo desafío que la vida le presentaba.

Luego de esto dio un concierto en la radio, pero su sueño era volver a tocar en público y acompañado por una orquesta.

"Mi padre organizó mi debut con una orquesta del Teatro Colón y dirigido por el maestro Scaramuzza. Fue un momento extraordinario, tuve un gran afecto del público, y hasta firmé autógrafos, tuve que repetirlo", recordó con emoción.

A los quince años tocó con el director Lorin Varencove Maazel.

"Fue todo un honor para mí", dijo.

Y le llegó una gran oportunidad, ya que fue becado a Francia, donde estudió con Marguerite Long.

"Resultó un tiempo difícil, de mucha soledad, pero una fuerza mayor me llevaba a continuar. Todo lo hacía con mucho placer. Jamás se me ocurrió pensar en dejar o titubear sobre mi profesión, siempre tuve la certeza de cuál era mi misión en la vida", dijo con énfasis.

Hablando de preferencias, Gelber nombró a Beethoven y Brahms y sobre su recorrido por las más importantes salas líricas del mundo asegura que "para mí es un orgullo tocar en cualquier lugar, me he codeado con personas de todos los estratos sociales, porque el mayor placer es poder compartir la música con todas las personas", concluyó.

La “Misa Criolla” se hará en La Plata

Siempre vigente. La Misa Criolla del recordado maestro Ariel Ramírez se presentará el Viernes Santo, en la Catedral de La Plata (Calle 51, entre 14 y 15) con la voz de Patricia Sosa y el piano de Facundo Ramírez, junto a un destacado ensamble de músicos, a partir de las 20.

Grandes temas. El programa consta de la Navidad nuestra y canciones del maestro Ariel Ramírez de la talla de Volveré siempre a San Juan, Gringa chaqueña, Alfonsina y el mar y Antiguo dueño de las flechas con Opus Cuatro como grupo invitado. Facundo Ramírez interpretará Cueca de la frontera, Allá lejos y hace tiempo, Güemes, el guerrillero del norte y El choclón.