Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Alfonso Obregón: el alma y vida del doblaje

De Shrek a Woody Allen, la voz del mexicano Alfonso Obregón es una de las más reconocidas del ambiente. Agencia AFP-NA
Su cara no es conocida, pero su voz ha hecho historia.

Es Shrek, el ogro verde más famoso del mundo, y en segundos, el gato Silvestre, y de repente, el conejo Bugs Bunny, el Pitufo Filósofo o Marty, la loca cebra de Madagascar. A todos les da vida Alfonso Obregón con versatilidad pasmosa.

"El rollo es manejar tu voz, manejar las emociones", dice el actor mexicano, destacado en el arte del doblaje.

"Somos entre psicólogos, imitadores y actores", agrega, mientras se convierte en el neurótico perro chihuahua Ren, de Ren  y Stimpy, y en segundos habla como el muppet Gonzo.

"¿Esquizofrénico? Sí, un poco", reconoce entre risas. "Me sacan del hospital para ir a doblar".

Humor y pasión le sobran a Obregón, quien lleva 46 de sus 54 años prestándole su voz y su talento a múltiples personajes de dibujos animados, pero también a actores de carne y hueso.

"Woody Allen fue un agasajo. Porque tenía que convertirme en él, estar en su tono, reflejar esa neurosis. Lo tenía que convertir además al mexicano y que fuera gracioso. Fue un reto", reconoce.

Cuando dobló a David Duchovny como el agente Fox Mulder en Los expedientes secretos X, una de sus interpretaciones más conocidas, la cosa fue distinta: "Veía ovnis, me caía gordo".

El mayor desafío fue doblar La Naranja Mecánica, dice, "una película de culto que había visto de chico", para la cual pidió hasta una bañera con agua para dar verosimilitud a una escena.

Para Obregón, inconforme obsesivo de su trabajo por su empeño en hacerlo siempre mejor, la clave del doblaje radica no solo en saber actuar y "saber exactamente cuándo ver, leer y hablar", sino en dejar de ser uno mismo, olvidarse del ego.

"Cuando un hombre logra ser una señora (imita a Roz, la gruñona secretaria de Monsters Inc.) y veo que es Humberto V´élez (la famosa voz de Homero Simpson en español), digo ¡Guau!".

Cuestión de genética

Obregón llegó al doblaje sin darse cuenta. Nació en 1960 en una "carpa", un tipo de teatro muy popular en México. Su padre era dueño de una y creció entre ventrílocuos, imitadores y payasos.

Tenía cuatro años cuando terminó arriba del escenario reemplazando a un niño mucho mayor que se había enfermado.

"No fue magia, ni superpoderes, sólo genética: mis papás, mis abuelos, mi bisabuelo, todos eran actores. Creo que esto ya uno lo trae ahí", cuenta.

Cuatro años después, un cazatalentos descubrió su capacidad para interpretar con la voz. Para entonces las señoritas hacían de niños porque eran más disciplinadas, pero él los deslumbró a todos.

"A los tres meses me cantaron las mañanitas porque cumplía ocho años y ahí empezó mi carrera".

Ya de veinteañero decidió ser un verdadero profesional. Aprendió pantomima, canto y a apoyar la voz: en el pecho para un galán, en la garganta para dar miedo, en la nariz para hacer de malo.

Sus maestros fueron algunos grandes del doblaje mexicano: Jorge Arvizu (Pedro Picapiedra, El Súper Agente 86), Narciso Busquets (voces en Alf, Popeye, Erase una vez el hombre), Ismael Larrumbe (Scooby-Doo, Tigger, John Wayne).

"Ellos me enseñaron a amar mi trabajo", afirma.

Es puro verso

Para entonces México lideraba esa industria en Latinoamérica, en la que a partir de los años 1990 comenzaron a pesar Argentina, Puerto Rico y Venezuela.

"Lo del español neutro es un cuento. Lo que pasa es que Estados Unidos echó mano a México porque estaba más cerca y empezamos a hacer esto primero que nadie", dice, convencido de que cada país debe doblar para su mercado interno.

"No creo que México tenga que doblar para todo el mundo", asevera Obregón, quien resume su entusiasmo por el oficio.

"Todos los días lucho por ser el mejor del doblaje".