Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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“Victoria y Abdul”: reina y sirviente, confesores y amigos

Stephen Frears, director de “Relaciones peligrosas”, vuelve a rodar una historia de la realeza. Esta vez sobre la amistad desconocida e inquebrantable entre un indio, plebeyo y musulmán y la reina Victoria.

Una década después de obtener uno de los mayores éxitos de su carrera gracias a ‘La reina’ (2006), su retrato de Isabel II, el director británico vuelve a adentrarse en el Palacio de Buckingham con su nueva película, la recién estrenada ‘La reina Victoria y Abdul’. En ella recrea la sorprendente relación que la soberana del título mantuvo durante los últimos 13 de su reinado con un secretario indio, a pesar de la feroz oposición de la Casa Real.

--Usted se declara antimonárquico, pero esta es la segunda película que hace sobre una reina británica. ¿Cómo lo explica?

--No soy monárquico, pero sí me fascinan las reinas. En primer lugar porque claramente son figuras maternas. Y en segundo lugar porque hacen falta muchas agallas para estar en esa posición, no somos capaces siquiera de imaginarnos qué duro debe de ser ocuparla. Hace no mucho el príncipe Harry confesó que actualmente nadie en la Casa Real quiere ser rey, y puedo entenderlo: tiene que ser el trabajo más insoportable del mundo.

--Su película evita reflexionar sobre los aspectos más problemáticos del colonialismo británico de la época. Algunos lo considerarán una oportunidad perdida.

--Mire, yo me dedico a entretener, no doy lecciones de historia. No aspiro a mejorar el mundo, solo quiero que la gente lo pase bien. Y, aun así, estoy seguro de que mi película da al público más elementos de reflexión que la mayor parte del cine que se estrena cada semana. Estoy seguro de que Donald Trump aprendería algo sobre el respeto a otras culturas si la viera, aunque dudo que lo haga. Es más: creo que hasta alguien tan obtuso como Theresa May aprendería algo al verla.

--¿Cree que, de haberla estrenado hace año y medio, su película podría haber ayudado a evitar el Brexit?

--No creo que el problema que sufre mi país tenga que ver con el multiculturalismo. Gran Bretaña era un lugar intolerante y racista en los años 50, cuando yo era un niño, pero hoy ya no. La mayor parte de la gente es tolerante. Lo que pasa es que el pueblo estaba harto del gobierno y, simplemente, votó en su contra. No sé qué habría podido evitar el Brexit. Ahora, en todo caso, es demasiado tarde. Y es una catástrofe. Y May no tiene agallas para salir en público y explicar al pueblo las verdaderas consecuencias de nuestra salida de Europa. Está completamente fuera de onda.

--Usted ya trabajó con Judi Dench en ‘Philomena’, y en ambas películas la actriz ofrece un trabajo magnífico. ¿Le corresponde a usted parte del mérito?

--¡Por supuesto que no! Judi lleva actuando unos 5.000 años, y es una de las actrices más extraordinarias y disciplinadas que existen. ¿Qué puedo enseñarle yo? Yo, demás, soy como Woody Allen: contrato a actores muy buenos y por lo tanto no tengo que decirles nada. Me limito a poner las condiciones necesarias para que hagan su trabajo y mantengo la boca cerrada.

--Ese pragmatismo también es evidente en su manera de rodar. Usted siempre se pone al servicio de la historia sin tratar de imponer su propio estilo.

--¡Es que no tengo estilo! Me faltan imaginación e inteligencia para ser un estilista. Mi talento es muy limitado. Solo soy capaz de manejar un texto y un grupo de actores, y nada más. Cuando veo películas de directores como Michael Haneke y David Cronenberg me asusto al ver lo listos que ellos son y lo zopenco que soy yo.

--Muchas de sus películas son historias basadas en hechos reales. ¿Qué le atrae de ellas?

--Encarnan desafíos interesantes, porque tienes que ser fiel a la historia y con sus protagonistas, y necesitas tratarlos con el tacto y la imparcialidad necesarios. Por supuesto, como director tienes menos libertad artística, especialmente cuando la gente real todavía está viva. Tienes que llevar a cabo una investigación muy precisa y demostrar cierta empatía. Me gusta.

--Recuerda cuándo empezó a interesarse por las películas?

--De niño solía ir muy a menudo al cine, porque crecí en Leicester y allí no había mucho más que hacer. Mi primera película fue Pinocho, tenía 5 o 6 años. En cualquier caso, el cine siempre ha sido una parte de mi vida. Era lógico que terminara dedicándome a ello.

(Nando Salvà, Especial para el “El Periódico.com”)

La reina y su sirviente
Una relación mística

El cineasta británico Stephen Frears cuenta la historia de amistad entre un indio, plebeyo y musulmán, y la reina Victoria en “Victoria y Abdul”, un filme divertido y sensible. Victoria, viuda desde hacía poco, aislada por el poder, rodeada de cortesanos que la aburren, se ve inmediatamente seducida por la belleza, el frescor y el exotismo del joven, y decide convertirlo en su “munshi”, profesor de la lengua urdu. ¿Tenían una relación de amor? “La actitud de la reina Victoria es compleja. No se trata sólo del sentimiento amoroso que experimenta sino de la felicidad de sentirse relajada con alguien, de aprender con él”, declaró a la prensa Judi Dench. La reina y Abdul “se estimulaban intelectualmente”, explicó por su parte Ali Fazal, actor indio de 30 años. “Había algo místico en su relación”, subrayó.