La naturaleza vuelve a poner a prueba a la actriz Kate Winslet

Redacción de La Nueva.

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Una de las escenas más logradas del filme suceden a 3000 metros de altura en las montañas Purcell cerca de Calgary, Canadá. La temperatura estaba bajo cero y Kate Winslet, enfundada en una campera acolchonada y unas botas gruesas, estaba a punto de sumergirse en las gélidas aguas de un tanque especial.

Todo se sentía extrañamente familiar.

“Me vino a la mente Titanic, pero estuvo bien”, dijo Winslet riendo.

“En un principio, iban a usar una doble. Pero dije, ‘Un momento. Soy la mujer de agua y hielo”.

Meses después, mientras se preparaba para la primera función de Más allá de la montaña en el Festival de Cine de Toronto, Winslet estaba todavía en Canadá, pero no se veía tan desaliñada. Luciendo completamente como la estrella ganadora del Oscar que es, con un vestido ceñido blanco y negro y algunos cabellos colgando, estaba contenta de disfrutar otro momento que parecía sacado de Titanic (1997), el mayor éxito de sus 25 años de carrera.

“Definitivamente, esta fue una reminiscencia de otra experiencia extenuante que tuve hace más o menos 20 años”, dijo Winslet. “Era mucho más cobarde en ese entonces, lo que es bueno. Esto fue mucho más duro que Titanic. En esa montaña en el frío, si te quitabas los guantes por un segundo, tu circulación tardaba más o menos 10 minutos en reactivarse”.

Le mandó unas fotos de ella sufriendo en la nieve a un amigo: Leonardo DiCaprio, quien no solamente compartió las aguas heladas con ella en Titanic, sino que también ganó un Oscar por su propia película ambientada en la naturaleza salvaje, El renacido(2015).

“Desde el set, le mandé unas pequeñas fotos de mí misma acostada en la nieve y el hielo”, dijo Winslet. “Le escribí: ‘pensando en ti’. “Me contestó con el emoticón de ‘preocupado’”.

En Más alláde la montaña, basada en la novela de Charles Martin, Winslet personifica a la fotógrafa Alex Martin. Una serie de eventos la lleva a compartir un vuelo de larga distancia en una avioneta con el doctor Ben Bass (Idris Elba), un extraño que tiene una operación urgente. Todo parece un encuentro pasajero hasta que el avión cae en un paraje remoto montañoso y cubierto de nieve.

Sin poder comunicarse con el mundo exterior, a los dos no les queda más que acompañarse a través de lo que parece un infinito paisaje indómito.

“Fue una historia muy humana sobre dos extraños que se conocen bajo circunstancias extremas y necesitan contar el uno con el otro para sobrevivir ante los intensos elementos naturales”, dijo Winslet.

Winslet hizo su debut profesional en la serie de ciencia ficción de la BBC Dark Season en 1991. Tres años después, un realizador poco conocido de Nueva Zelanda, Peter Jackson, la escogió para su primera película Criaturas celestiales (1994).

Desde ahí su ascenso fue vertiginoso. Winslet consiguió su primera nominación al Oscar por su actuación como la impulsiva Marianne Dashwood en Sensatez y sentimientos (1995) y obtuvo otras cuatro por Titanic, Iris (2002), Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) y Secretos íntimos (2006) antes de ganar la estatuilla a la mejor actriz por El lector (2008). Fue nominada de nuevo, como mejor secundaria, por Steve Jobs (2015).

Lo que sigue es la película de Woody Allen Wonder Wheel, la historia de un operador de calesita (James Belushi) y su atribulada esposa (Winslet). Y las cuatro películas de Avatar para el director de Titanic, James Cameron. Su secreto, dice Winslet, es buscar las heridas de sus personajes.

“Me encanta interpretar gente imperfecta y que no tiene nada que ver conmigo ni se parece físicamente a mí”, dijo.

“Para mí es casi más divertido simplemente desaparecer… Te puedes preparar, y es muy importante hacerlo, pero después me suelto. No quieres quedar atrapada en un túnel. Debes dejar espacios en blanco para que las cosas sucedan”.

El argumento

Como Alex Martin, Winslet es una fotoperiodista del diario The Guardian que para llegar a su boda contrata junto con un neurocirujano (Elba) los servicios de una avioneta después de que los vuelos comerciales se cancelan a causa de una tormenta.

Todo parece ir bien y aparentemente Ben llegará con su paciente, un niño de 10 años al que debe operar al día siguiente; sin embargo, la tranquilidad se interrumpe y la charla casual entre viajeros se transforma en gritos de alarma previo a que el transporte se estrelle en la blanquecina inmensidad de una nevada zona montañosa. Junto a un perro sobreviviente, heridos y con pocas provisiones, el par busca la forma de sobrevivir aunque las probabilidades de conseguirlo sean cercanas a cero.