Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Dios se viste de Tortonese

Subió a escena Obra de Dios, una taquillera comedia de David Javerbaum, dirigida por Gustavo Zajac en versión argentina y con Humberto Tortonese.

Agencia Télam

Javerbaum, autor estadoundiense de la pieza, escribe con éxito desde hace tiempo y atesora más de 12 premios Emmy.

Un día decidió abrir una cuenta en la red social Twitter, @thetweetOfGod, y la hizo su trinchera virtual para posteos jocosos atribuibles a la divinidad, con éxito en el Cielo y en la Tierra.

De este impulso surgió Obra de Dios, que es una adaptación que el escritor realizó sobre una serie de twits que narran cómo el Todopoderoso baja a la Tierra y elige un teatro (en este caso el Maipo), donde revela a su pueblo elegido los "Nuevos Diez Mandamientos”, ya que considera "pasados de moda" a los anteriores.

Para realizar su cometido sin intermediarios, Dios necesita encarnar, motivo por el cual elige a Tortonese, a quien considera el más apropiado por sus cualidades como comunicador, y se apropia de su cuerpo durante los 90 minutos de función.

Un planteo narrativo casi ideal para un funcionamiento solidario con el carisma del protagonista de turno, así Jim Parsons, el soberbio Sheldon Cooper de la serie The Big Bang Theory fue el encargado de estrenarla en mayo de 2015 y el sutil Sean Hayes, protagonista de otra ficción televisiva, Will and Grace lo sucedió en el trono divino de Broadway en marzo de este año.

La versión local, estrenada a sala llena, se apoya en el probado carisma de Tortonese y en su tormentosa verborragia, casi su marca registrada, dentro de una dinámica narrativa similar a la de sus monólogos o presentaciones en radio.

El espectáculo, en determinados momentos, parece remontarse al esquema del café concert, y en otros pasajes, donde cierta ansiedad que sobrevoló la función inaugural cedió, permitió que asomaran notas de una código de complicidad sin desbordes, con reminiscencias de algunas presentaciones de la escena under porteña en décadas pasadas.

La adaptación del original, realizada por Elio Marchi, abunda en chistes sobre lugares comunes del imaginario porteño, relacionados con la farándula y más.