Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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“Hasta el último hombre” , un héroe anónimo en la batalla de Okinawa

Mel Gibson vuelve a la dirección luego de 10 años, con un drama bélico basado en la historia de vida de un joven que fue a la guerra, pero se negó a usar armas.

Desmond Doss tomó dos decisiones. La primera fue alistarse de manera voluntaria para el peor conflicto de la historia de la humanidad. La segunda: lo haría sin armas. Se marchó al corazón de la Segunda Guerra Mundial dispuesto a no disparar ni una sola bala. Al principio, sus superiores trataron de tumbar las certezas de aquel insensato. Se encontraron, sin embargo, con creencias (personales y religiosas) más sólidas que el temor de la muerte o el acoso de sus compañeros. Acabaron dándose por vencidos y le asignaron el rol de médico. Así sirvió Doss en el frente del Pacífico, y así se convirtió en el primer objetor de conciencia de la historia en ganar una Medalla de Honor.

Hasta el último hombre se llama esta película con la que Mel Gibson vuelve a la dirección luego de 10 años y que relata la heroica historia real de Desmond Doss, un hombre que se enlista para ir al frente en la Segunda Guerra Mundial aunque bajo la condición de no portar armas y que fue premiado por salvar la vida de 75 soldados en la sangrienta batalla de Okinawa.

Asignado al cuerpo médico, Desmond participó de una de las batallas que dejó un cuarto de millón de muertos de ambos lados, y allí terminó de dar muestras de su heroismo.

El filme, que suena como uno de los candidatos a los premios Oscar que se entregan en febrero próximo, está interpretado por Andrew Garfield como Desmond, Hugo Weaving como su padre alcohólico y Vince Vaughn como el duro sargento Howell.

Al igual que Nacido para matar, de Stanley Kubrick, el filme se divide en dos partes fuertes: una en el campo de entrenamiento, donde Desmond es sometido a todo tipo de sospechas y violencias por su objeción a matar al enemigo y donde incluso enfrenta una corte militar por su decisión de no usar armas, y otra en el campo de batalla, con increíbles escenas bélicas, donde en medio del enfrentamiento en Okinawa, decide arriesgar su vida para rescatar a 75 compañeros que quedaron heridos, desprotegido, sin apoyos ni cobertura militar de su bando, a lo largo de 12 horas.

“Lo que me fascinó de la historia es que se trata de un hombre común que hace cosas extraordinarias en circunstancias extremas, un tipo que en medio del infierno sigue defendiendo sus ideas y que se mueve y se sostiene solo por su fe, eso me resultó inspirador”, aseguró en el Palazzo del Lido, en Venecia, Mel Gibson, luego de presentar la película en el Festival de Venecia, que participó en la Selección Oficial pero por fuera de la competencia.

La película tiene excelente factura y notables escenas bélicas, aunque recurre a muchos recursos ya utilizados, como el caso de poner a hablar al final del filme a los verdaderos combatientes.

Acaso se le puede objetar a Gibson que honrando la memoria de un héroe que criticó el uso de armas y la posibilidad de matar a otro ser humano esta sea una de las películas más sangrientas y con mayor cantidad de muertos y despedazados de la historia de Hollywood, pero el género exige y en un intento por extremar el realismo, los enfrentamientos bélicos, algunos cuerpo a cuerpo se vuelven espectaculares y, de a ratos, tremendamente sanguinarios.

“Lo interesante del personaje -declaró Garfield- es esta cuestión de interpretar a una persona que no tiene intenciones de convertirse en héroe sino que, antes que cualquier otra cosa, sigue los dictados de su propio corazón y se encuentra consigo mismo sin importarle la resistencia que sus actos puedan despertar en los otros”.

“Me enganchó -aseguró Garfield- esta bella e indescriptible persona. Vi un documental que hicieron sobre él y quedaba claro que era un espíritu limpio y destacadísimo que sabía quién era desde muy joven. No es fácil encontrar en este mundo una persona que sintonice tan profundamente consigo mismo, que pueda seguir su pequeña voz interior sin importar el riesgo y vivir de acuerdo a su profunda verdad”.

Garfield contó que el papel le demandó mucha preparación: visitó la ciudad donde vivía Desmond Doss, en Virginia, la casa en que creció y donde falleció, en 2006.

Respecto de la conducta de Desmond, Garfield señaló: “El creía realmente en servir a su país y en proteger a los países y las fuerzas de los aliados y al mundo de la dictadura del nazismo. El tenía este deseo ferviente y esta pasión de entregarse a esta gran causa y por eso sintió que estaba llamado a servir militarmente como todos los otros jóvenes, o incluso más. Pero es cierto que puso sobre la mesa este dilema porque él tenía esta fuerte decisión de no llevar armas y no matar. Así que pudo haber sido percibido como un lunático que entra en la batalla sin un arma que lo proteja, sin siquiera un cuchillo o ningún tipo de arma para protegerse, y termina planteando un dilema fascinante”.

“Porque él estaba dispuesto -agregó- a hacer lo mismo que cualquier otro soldado excepto matar enemigos; me parece incluso que es una cuestión y una historia que trasciende el tema religioso”.