Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Una comedia absurda que hace honor a su título

El Delirium de Carlos Kaimakamián Carrau tuvo el acierto de contar con la actuación y buen humor de Ricardo Darín, riéndose de sí mismo.
Como era de esperar, Ricardo Darín es la atracción y eje de la película, que tiene vaivenes pero arranca carcajadas.

Por María Inés Di Cicco / mdicco@lanueva.com

Ricardo Darín conoció de chico al director de Delirium, Carlos Kaimakamián Carrau.

"Cuando él tenía 10 años, le pregunté qué iba a hacer de grande y me respondió que iba a ser director de cine. Y parece ser que le dije que cuando se convirtiera en director de cine, que me diera trabajo", dijo el actor en alguna entrevista sobre el tema.

A partir de ese episodio de la realidad se construyó la ficción del primer largometraje de Carrau --hasta ahora autor de cortos--. Una comedia que desemboca en el delirio citado por su título, con una trama que parodia al actor y al mismísimo director, y a postulados emblemáticos.

Proposiciones como "el actor argentino más taquillero del momento" con que el periodismo bautiza a Darín; "el Nuevo Cine Argentino" como una categoría donde cabe cualquier cosa grabada, o "el apoyo del INCAA a todas las producciones de los últimos años", eufemismo para un crédito con su debido costo, son puestas a consideración del público entre situaciones que parecen surgidas de la improvisación, otras de un spot publicitario, y las que le deducen de una comedia bien pensada.

La historia cuenta que tres amigos, cansados de "rebuscársela", deciden hacerse ricos con una cámara y la colaboración de Darín, obtenida a través de contactos improbables, que se dan tanto por apuro como por confusión.

En el rodaje están, cuando un accidente deriva en la desaparición del actor, un episodio que acarrea consecuencias desmedidas y a escalas internacionales.

Delirium es una locura que logra arrancar carcajadas, pero queda claro que la película "es" Darín, más allá de los efectivos Emiliano Carrazzone, Ramiro Archain y Miguel Dileme en los papeles principales.

La complicidad de varios famosos intérpretándose a sí mismos, y de Susana Giménez, en el rol de la presidenta de la Nación, suma y mucho.