Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Cuando los hombres se convierten en animales

"Me la pidieron varias veces. Para que no haya problemas les digo que no tengo", dice Marcelo, de la veterinaria La Mascota.

Maximiliano Palou / La Nueva.

      Me acuerdo la primera vez que probé el ketalar (nombre comercial de la ketamina). Llegó un amigo al que no conocíamos a la casa de una amiga. Tenía un potecito era... ¿cómo se llamaba? es como anestésico, ¡Polvo cósmico! Anestésico de caballo. Lo puso en una sartén, lo hirvió hasta que se evaporó todo el agua, se cristalizó en la sartén y sacó todo el polvito. Más o menos una especie como de cocaína ¿no? Pero el efecto no es de cocaína, nada que ver... Totalmente alucinante. Nos volvimos locos esa noche, muchas risas, muchas historias... La experiencia máxima que tuve con el ketalar fue que un día que nos fuimos a la montaña. Parece ser que nos pasamos de consumir. Bajé con el Chiqui y Renzo a comprar cerveza y a mí se me fue a la cabeza. Me dio un ataque de histeria, yo me ví cayendo por el barranco totalmente y mi primera impresión fue abrir la puerta para salir del coche para tener un sitio para agarrarme y no caerme al vacío y claro, no nos estábamos cayendo del barranco para nada y claro yo me iba a caer del coche íbamos a una velocidad muy fuerte... entonces ellos pararon el coche porque claro yo me iba a tirar y a partir de ese entonces jamás lo consumí, jamás lo volví a consumir, jamás. El ketalar nos convirtió en ratas... Eran ratas todos, yo también.

     (Testimonio anónimo de una joven dominicana publicado por la revista "High Times" que se especializa en drogadicción).

* * *

     La ketamina es un anestésico que se usa en animales chicos (perros, gatos) y que fue lanzado en 1965 por el laboratorio Parke & Davis, aunque hay indicios de que ya había sido utilizado en la Guerra de Vietnam como una anestesia que se suministraba para operar en el campo de batalla.
     Es un líquido traslucido que deriva del PCP (fenciclidina).
     En los humanos provoca un efecto disociativo (quienes la consumen se evaden de la realidad).
     Y se consume a pesar de la prohibición de venta a quienes no sean veterinarios.
     "Me la pidieron varias veces. Para que no haya problemas les digo que no tengo", dice Marcelo, de la veterinaria La Mascota.
     El manejo de la ketamina queda en manos exclusivas de los veterinarios y según el profesional Pablo Petriera, del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), el control es estricto.
     "La venta de la ketamina se hace con una factura por triplicado: una para Senasa, otra para el Colegio de Veterinarios y otra para la distribuidora. En cada una de estas facturas figura el número de matrícula del veterinario y todos los datos del frasco (lote, partida, etc)".
     Incluso en la página web de Senasa (www.senasa.gov.ar) se puede observar que en abril de 2006 se cancelaron cinco productos que tenían ketamina debido a que las empresas que los elaboraban no cumplieron en tiempo y forma con la remisión periódica de la información establecida por la secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
     Sin embargo Petriera reconoce que la ketamina llega a la calle "eso quiere decir que alguien la pone en el mercado negro".
     Según él es por responsabilidad de las distribuidoras o de algún veterinario que pueda dejar el manejo en manos de otra persona, un práctico que sabe utilizarla en animales.
     "También hay robos a veterinarias que tienen el objetivo de conseguirla. Y otro inconveniente es el ambiente de los hipódromos en los que se utiliza la ketamina", agregó Petriera.
     La veterinaria Valeria, de La Rural, confirmó que se venden en frascos de 50 mililitros y que también se les suele pedir a los veterinarios. Lo mismo dijo Ignacio, del Hospital Veterinario Cruz Violeta.
     De ese frasco de 50 mililitros, que tiene un valor de entre 60 y 70 pesos, se sacan unas 50 dosis que cuestan entre 7 y 10 pesos. Luego el líquido es calentado y hecho polvo para su inhalación. Algunos se evitan este proceso y se lo inyectan.
     
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     ¿Y las ratas de la dominicana?
     Aparecen después.
     El consumo de ketamina eleva la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Su consumo es peligroso por la presencia de aneurismas (saco formado por la dilatación de una arteria), insuficiencia coronaria y cardíaca (condición en la que el corazón no puede bombear sangre al cuerpo a un ritmo normal), un accidente cerebrovascular (cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se interrumpe repentinamente o cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, derramando sangre en los espacios que rodean a las células cerebrales) e hipertensión (aumento de la presión arterial).
     En casos de sobredosis puede provocar sudor frío, pérdida de la orientación y el conocimiento. Si se combina con alcohol o barbitúricos lleva a una parálisis del sistema respiratorio. Tanto si pierde el conocimiento como si deja de respirar.
     Ahí vienen las ratas de la dominicana...