Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La reforma más importante es la del gasto

La reducción gradual de impuestos distorsivos es uno de los temas más sensibles.

Si no sucede nada raro, la semana que viene deparará importantes novedades para el Gobierno en el avance de “reformas estructurales”. Es inminente el arribo al Congreso de los cambios en el sistema tributario, incluyendo algunas modificaciones de último momento en impuestos internos, y el jueves se terminaría de definir el nuevo pacto fiscal y régimen de coparticipación que firmarán Nación y provincias, definiendo el reparto de fondos para los próximos años. Además, también llegará la ley de mercado de capitales que se intentó aprobar el año pasado. Tendrá algunos agregados y un cambio de nombre, ya que será el proyecto de ley para el financiamiento productivo.

Se trata de cambios muy esperados, que lo que buscan es darle mayor competitividad a la economía argentina. Otra pata clave es la reforma laboral, pero que viene mucho más discutido. La cúpula sindical se mostró permeable a discutir algunos de los temas incluidos en el proyecto, pero sin tocar la ley de contrato de trabajo. Claramente será una negociación mucho más ardua, que demandará más tiempo y de seguro más concesiones.

La reducción gradual de impuestos distorsivos es uno de los temas más sensibles.

Por eso el Gobierno anunció que avanzará con la eliminación en el plazo de cinco años, pero al mismo tiempo le pide a las provincias que avance en forma similar con la reducción de Ingresos Brutos y Sellos. Claro que no es momento para disminuir alegremente impuestos. Por eso se gravará directamente las ventas finales, con lo que los fiscos provinciales se aseguran que no quedarán desfinanciados.

Mauricio Macri escuchó en la gira por Nueva York que los inversores también están pendientes de los próximos pasos legislativos. Luego de las elecciones, quieren ver que exista el apoyo de la oposición para avanzar con estas esperadas reformas. No es casualidad que a los pocos días de la victoria legislativa, el propio presidente haya realizado una gran puesta en escena para contar los futuros pasos del Gobierno y la agenda de reformas que hay por delante.

Pero si bien existe una suerte de “operativo clamor” por avanzar con estos temas que durante tantos años estuvieron postergados, hay cuestiones mucho más urgentes en la agenda. Y el principal es sin duda qué pasará con el déficit fiscal y con el nivel de gasto público.

El propio Nicolás Dujovne reconoció que los cambios impositivos deben ser muy graduales a causa del gran déficit fiscal. “No podemos bajar impuestos más rápido, porque no podemos desfinanciar al Estado”, señaló ante los gobernadores y también en declaraciones periodísticas.

El compromiso en esta etapa es, al menos, ponerle un tope al aumento del gasto. El Pacto Fiscal contiene, justamente, una cláusula para que tanto a nivel nacional como provincial y municipal las erogaciones no crezcan por encima de la inflación. Esto mismo se busca además con el cambio en el cálculo de la movilidad jubilatoria. “El haber jubilatorio no ganará contra la inflación en los próximos años, pero tampoco perderá”, expresan desde Casa Rosada.

Pero para los planes oficiales es imprescindible que la jubilación deje de estar atada a los niveles de salarios y a la recaudación de la seguridad social, ya que en los próximos años se prevén aumentos que superen por varios puntos a la inflación.

El éxito en la tarea de poner esos topes es lo que permitiría que el gasto empiece a bajar gradualmente en relación al Productivo. Y de esa forma también podría empezar a disminuir la presión impositiva. “El problema que enfrenta el Gobierno es que el gasto se volvió muy inelástico, es difícil encontrar por dónde bajarlo”, razona el economista Pablo Santiago.

Por lo pronto, el ministerio de Hacienda decidió avanzar con un aumento tarifario que permitirá seguir reduciendo los subsidios. Y Macri ya les dijo a los gobernadores que luego de 2019 desaparecerán la totalidad de los subsidios que hoy favorecen a la ciudad y al conurbano bonaerense, en desmedro del resto del país.

Pero además, también se busca avanzar con una reducción del gasto de la política. Cada ministerio deberá hacer los deberes, por ejemplo, con claros ahorros a lo largo de 2018.

Mientras tanto, una parte del gasto es financiada con la recaudación de impuestos y otra parte con la colocación de deuda en los mercados local e internacional. Pero todo el mundo, también el Gobierno, que se trata de un recurso que tiene patas cortas.

A lo sumo puede haber financiamiento un par de años más. Pero si el déficit no empieza a bajar en forma decidida, aunque sea gradual, será muy difícil que los inversores quieran seguir poniendo plata en un país como la Argentina, defaulteador serial.

La reducción gradual del gasto público y por ende del déficit será la gran prueba de fuego del 2018, mucho más que las reformas que están buscando implementar. El economista Carlos Melconian, expresidente del Nación y amigo de Macri, planteó que “en los primeros dos años de gobierno no se hizo nada en materia fiscal.

Veremos si ahora arrancan”. Se trata de la mejor definición de lo sucedido en los primeros dos años de Cambiemos y lo que más interrogantes genera entre los analistas e inversores, que todavía festejan el resultado del 22 de octubre.