Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Empezó la batalla salarial para 2018

Uno de los datos que se conoció en paralelo con la reducción de los niveles de pobreza fue la recuperación de los ingresos.

La caída de la pobreza desde el 32,2% al 28,6 en un año fue festejada por todo el Gabinete. “Todavía falta muchísimo, pero vamos en el camino correcto”, señaló el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Y tiene razón. Aún con la mejora observada, la promesa de “pobreza cero” de Mauricio Macri aún queda a años luz. Pero además de la tendencia positiva observada, todo indica que los índices seguirán mejorando en el futuro por dos factores que se combinan: la baja de la inflación y la mejora de los salarios.

Justamente uno de los datos que se conoció en paralelo con la reducción de los niveles de pobreza fue la recuperación de los ingresos. Con la mejora acumulada en 2017, ahora el salario real se ubicaría 3 puntos porcentuales por debajo del máximo alcanzado en octubre de 2015, luego de haber caído 8,5% hasta julio de 2016. En otras palabras, desde el peor momento de la caída del año pasado, los salarios recuperaron bastante más de la mitad de lo que habían caído hasta ese momento. La segunda ronda de aumentos que se definió en las paritarias también ayudó para que conseguir ese salto.

Pero esa mejora en el nivel de ingresos también explica, al menos en parte, por qué se consolida la recuperación en el nivel de actividad. Con exportaciones en baja, queda sobre todo concentrarse en el mercado interno. Y allí ganan peso la obra pública, que está impulsando la construcción con mejoras interanuales de más del 13%, pero también la recuperación del consumo, que está creciendo a un ritmo ahora superior al 5%. El contraste respecto de lo sucedido el año pasado es notorio.

Ahora las miradas se posan en 2018. ¿Los ingresos le seguirán ganando a la inflación como sucedió este año? El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se transformó en el primer funcionario que se refirió a este tema de manera directa: “Las pautas salariales deben tener en cuenta la inflación futura y no la pasada”, señaló durante la conferencia anual de FIEL.

Sucede que la brecha entre la inflación registrada este año y la que se espera para el próximo es enorme. 2017 terminaría en alrededor de 22%, pero para el año próximo la meta del Central es del 10% (con un piso de 8% y un máximo de 12%). Pero una cosa será negociar aumentos salariales teniendo en cuenta los niveles de este año (en cuyo caso habría que pedir incrementos claramente superiores al 25%) y otra cosa es negociar en relación a los niveles que el Gobierno proyecta para el año que viene (por lo que los aumentos deberían ubicarse por debajo del 15%).

La discusión salarial parece lejana pero no lo es tanto. En la reunión que los banqueros agrupados en Adeba tuvieron con Jorge Triaca, salió el tema. Esto se debe a que el convenio vence en diciembre y la intención del sector es tener cerrada la paritaria antes de fin año. Allí el ministro de Trabajo les explicó que el Gobierno elaboró el Presupuesto tomando en cuenta la inflación del 10% proyectada para el año próximo y que lo mismo debían hacer los privados.

¿Está el Banco Central en condiciones de bajar la inflación a menos de la mitad en 2018? Eso fue finalmente lo que pasó este 2017, que terminará en alrededor del 22% contra niveles cercanos al 40% el año pasado. Pero parece más que difícil conseguirlo nuevamente. La inflación mensual está aumentando a una velocidad crucero de entre 1,4 % y 1,5 %. Se trata de un promedio que no será fácil de perforar en los próximos meses. De hecho, se proyecta que en octubre y noviembre habrá un repunte hasta niveles de 1,7 % mensual.

La incógnita, por lo tanto, es si los salarios tienen margen para conseguir una mejora real en 2018, o sea ganarle nuevamente a la inflación. La respuesta es que sí, en la medida que llegue más inversión y la economía mantenga sus niveles de crecimiento. Pero los aumentos de ingresos se alejen mucho de la pauta establecida por el Central, será mucho más difícil bajar la inflación hasta los niveles que plantea Sturzenegger. En todo caso, el éxito sería mantener la tendencia bajista, aún cuando no se pueda cumplir con la famosa meta del 10%.

Pero las buenas noticias también se trasladan a la generación de empleo. Si bien el proceso es lento, también allí hay signos positivos. Mientras que el año pasado el sector formal destruyó puestos de trabajo, ahora se está viviendo un proceso inverso, con una expansión de 1,2% del trabajo formal, un ritmo similar al del sector público. Pero el empleo total se expande a una tasa interanual del 1,8% por el aumento de la cantidad de monotributistas y autónomos.

El mercado laboral será uno de los ejes de las reformas que prepara el Gobierno para después de las elecciones. Por ahora se habla de un blanqueo que permita regularizar la situación de quienes vienen trabajando hace años como informales. Se trata de un verdadero drama, teniendo en cuenta que una de cada tres personas con empleo no tiene cobertura social y tampoco aporta para jubilarse. Pero los cambios no deberían agotarse allí. La necesidad de flexibilizar las reglas laborales, sobre todo para facilitar el ingreso de nueva fuerza de trabajo al mercado resulta cada día más ineludible. Pero está por verse hasta dónde están dispuestos avanzar. El gradualismo es finalmente la fórmula para avanzar en casi todos los sectores.