Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El costo argentino, en el debate

El ataque de Mauricio Macri a la “mafia” de los juicios laborales prendió rápido en el ámbito empresario.

Un coro uniforme salió a respaldar los dichos del presidente y no faltó casi nadie: desde la Bolsa de Comercio hasta ABA (banca extranjera), pasando por la UIA, IDEA y la CAME, todos se manifestaron de acuerdo con los dichos del Presidente.

En el medio quedó la denuncia con nombre y apellido a Héctor Recalde, diputado de Frente para la Victoria y uno de los abogados laboralistas más importantes del país. Pero, al estilo del anterior Gobierno, no hubo ningún elemento concreto que avalara semejante comentario.

Algunos números que trascendieron son alarmantes.

La Unión Argentina de ART, por ejemplo, difundió que el año pasado se iniciaron más de 127.000 juicios por accidentes de trabajo. Diez años atrás la cifra sólo alcanzaba los 17.000. Y prácticamente la mitad de las demandas se inició en la ciudad de Buenos Aires.

"Es un valor elevado y con una tasa de crecimiento por encima de la media nacional, aunque pareciera haber alguna desaceleración en la tasa de crecimiento entre marzo y mayo", puntualizó la UART.

Nadie sabe explicar muy por qué se produjo semejante incremento, cuando supuestamente las medidas de seguridad se incrementaron notoriamente.

La sospecha, en todo caso, es que existe un triángulo de responsabilidades en el que actúan abogados, médicos y jueces. Los tres son partes esenciales para que una demanda pueda prosperar.

“Las empresas en Argentina tienen un pasivo contingente del que nadie habla por los juicios laborales y que llega a los 5.000 millones de dólares”, graficó el ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, Marcelo Villegas.

La luz roja encendida por Macri sobre los juicios laborales puso sobre la mesa, una vez más, un viejo debate: por qué no se generan puestos de trabajo en la Argentina.

El debate salió a escena en paralelo con el 9,2 por ciento de desocupación que difundió el INDEC.

Aún siendo un índice alto, está subestimado por el gran incremento del empleo provincial y por el aumento en la cantidad de monotributistas y autónomos.

En muchos casos se trata de gente que no posee un trabajo permanente ni formal, pero que precisa estar anotada ante la AFIP, por ejemplo, para acceder a una obra social.

Los empresarios aprovecharon para culpar a la “industria del juicio” por la falta de generación de empleo.

El peligro de un litigio laboral está siempre latente y puede generar un duro impacto en una compañía especialmente pymes.

Los casos de empresas que quedaron al borde de la quiebra o tuvieron que cerrar por una indemnización, por ejemplo, no son esporádicos ni mucho menos.

“Los abogados laboralistas no somos una mafia, actuamos de acuerdo a lo hoy marca la ley. Pero es probable que esa legislación requiera una modernización”, explicó uno de los principales referentes del sector.

La realidad es que la espada de Damocles de un juicio laboral atenta contra la generación de empleo, pero no es la única causa.

El famoso “costo argentino” está integrado, además de la litigiosidad laboral, por otros factores: el principal es la alta carga impositiva, pero también el atraso cambiario, el alto nivel de ausentismo y el elevado costo del capital.

Y aunque la tasa de interés sigue muy alta, el acceso a crédito más barato por parte del Gobierno también le empieza a abrir a las empresas el camino para financiarse a valores más razonables que en el pasado. Pero aún cuesta que este efecto se sienta en las compañías más chicas.

Más allá del respaldo, entre las empresas no esconden su malestar por lo que consideran un avance demasiado lento en las reformas por parte del Gobierno.

La reforma tributaria, por ejemplo, recién se presentará a fin de año para ser discutida en el 2018. Y comenzaría a implementarse en forma muy gradual a partir del 2019.

Desde la Casa Rosada también critican a las empresas por no estar invirtiendo lo suficiente.

Esto repercute, explican, en las dificultades para que la economía despegue, pero también afecta a la competitividad.

De hecho, los sectores que más invirtieron en los últimos años pueden enfrentar mejor los desafíos de una economía más abierta que aquellos que no lo han hecho, como sucede en el rubro textil.

Pero más allá del ruido de fondo, el reciente respaldo a Macri muestra que el sector empresario está alineado detrás del actual gobierno.

Y al mismo tiempo se escuchan críticas a la anterior administración, con fuertes mensajes contra el modelo y la manera de gobernar de Cristina Kirchner.

La ex presidenta, claro, buscará aprovecharse de esas críticas: los empresarios que me atacan, transmite, son los que siempre han perjudicado al pueblo.