Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Déficit: nadie explica cómo bajará

   Mauricio Macri no anduvo con medias tintas a la hora de referirse al estado de las cuentas públicas: “Este déficit fiscal es insostenible en el largo plazo”, afirmó durante un acto en Santa Fe.

   Sin embargo, el Presidente se cuidó de no explicitar lo que entiende cómo “largo plazo”: ¿será un año o dos, quizás una década?

   La preocupación del Gobierno es hasta qué punto los mercados estarán dispuestos a seguir financiando el enorme agujero fiscal de la Argentina. En el arranque la explicación para semejante déficit, que supera los 7 puntos del PBI, fue la “herencia” que dejó la administración kirchnerista.

   Ya en este segundo año de gobierno se trata de no levantar olas en medio de la campaña electoral. Por eso la reducción de subsidios vía ajuste tarifario quedó a mitad de camino.

    No aumentará el transporte este año en la zona metropolitana, aumentando los desequilibrios para el 2018. Y la suba del gas será escalonada hasta abril del año próximo.

    Si no hubiera sido por la recaudación por única vez del impuesto especial del blanqueo resultaría incluso difícil cumplir con la meta de déficit primario de 4,2% que estableció el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para el 2017.

    Ese rojo fiscal durante los últimos años del kirchnerismo lo financió el Banco Central con emisión monetaria. La elevada inflación, aún en medio del congelamiento tarifario, fue consecuencia de esa gran expansión de dinero para cubrir la brecha entre gasto e ingresos.

    El actual Gobierno optó por el otro camino: pedirle mucho menos al Banco Central y salir a buscar financiamiento a los mercados internacionales. Y lo consiguió con creces. Pero esa gran emisión de deuda produce efectos no deseados: el más importante es que ingresan muchas divisas y se plancha el tipo de cambio, perjudicando la competitividad de las empresas.

    Pero además crece sustancialmente los intereses de la deuda, que también hay que salir a financiarlos. Y por último, obliga al Central a emitir muchos pesos para comprarle los dólares al Tesoro. Luego debe salir a absorberlos generando un costo adicional, denominado déficit cuasifiscal.

   Esta lógica, como bien explicó Macri, es realmente insostenible. El problema es que nunca queda muy claro hasta dónde llegará la paciencia de los mercados. La elección legislativa de octubre podría ser una prueba importante en esa dirección. Si el oficialismo no obtiene un resultado favorable, el apoyo internacional podría entrar en zona de riesgo.

   Pero la verdadera prueba de fuego será el año próximo, cuando haya que cumplir con la meta de reducción de déficit desde el 4,2% al 3,2%, sin tocar el empleo público y bajando sólo gradualmente los subsidios.

   La experiencia argentina demuestra que se trata de una misión casi imposible.

    Dujovne deberá dos señales importantes en esa dirección próximamente. El mes que viene le presentará al Presidente el proyecto de reforma tributaria. El objetivo central será reducir la carga para las empresas, pero al mismo tiempo evitar el desfinanciamiento del sector público.

    Y en septiembre será el turno de presentar el proyecto de Presupuesto 2018. Allí ya deberán figurar los recortes que se pretenden realizar para el año próximo. Será difícil evitar un ajuste significativo si lo que se busca es empezar a recorrer el camino de bajar el rojo fiscal.