Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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La “sensación térmica” aún no mejora

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se arriesgó a señalar esta semana que la Argentina ya “ha salido de la recesión”, al tiempo que Mauricio Macri asegura que el 2017 será mejor que el año pasado y que la mejora no va a parar hasta el 2019. Las estadísticas empiezan a darle la razón al gobierno, pero la gente escucha azorada estos pronósticos. Es difícil convencer a la mayoría que la economía está mejor y que la reactivación recién empieza.

La razón por la que la “sensación térmica” aún se mantiene muy fría (pese a las altas temperaturas) no es un misterio. En realidad, son los salarios “viejos” los que impiden percibir esta recuperación de la que hablan los funcionarios, que ya empiezan a festejar –quizás prematuramente- el inicio de una fase expansiva.

La dinámica no cambió demasiado en los últimos 12 ó 13 años. El proceso inflacionario provocaba que en el primer trimestre de cada año los aumentos salariales ya resultaran insuficientes para hacer frente a los incrementos de precios, por lo que crecía la presión para ir a paritarias. Y la recuperación salarial tras las negociaciones colectivas llegaba a partir de abril. Así, a lo largo de los años lo mejor para la economía argentina llegó en el segundo y tercer trimestre. En parte por la cosecha de soja y en parte por la mejora temporal del ingreso, que comenzaba a desinflarse a medida que se acerca fin de año.

Luego del 40% de inflación del año pasado, es lógico que ahora suceda algo similar. El bono que recibieron los trabajadores en algunos sectores llevó cierto alivio y permitió que el consumo levante en diciembre último. Pero sin ese “anabólico” es lógico que el poder de compra se haya resentido. Por eso en muchas empresas empiezan a haber negociaciones para que se otorguen aumentos ya desde marzo, como adelanto de lo que se resuelva en las paritarias en uno o dos meses. La suba en la tarifa de luz o el próximo ajuste del gas serán nuevos golpes al bolsillo que influirán en los pedidos de aumentos salariales para el 2017.

“Entiendo la ansiedad de mucha gente que no puede llegar a fin de mes. Pero si no tomábamos las medidas que se adoptaron les habría resultado difícil llegar al día 15”, graficó a modo de defensa Dujovne. Pero resulta difícil explicar qué hubiera pasado si en vez de ir por un camino se tomaba otro, básicamente porque resulta imposible de comprobarlo.

Pero más allá de esta “sensación térmica” aún fría, los números de actividad del INDEC empiezan a mostrar otra realidad. Y hay una serie de datos que generan entusiasmo:

--La economía tocó piso en septiembre y desde allí comenzó a rebotar.

--En enero se cumplieron cuatro meses consecutivos de recuperación de la actividad.

--En ese corto lapso, ya se recuperó la mitad de lo que se había perdido desde el pico de reactivación que se verificó en junio de 2015, a pocos meses de las elecciones presidenciales.

La recuperación, sin embargo, no es pareja entre los distintos sectores. El agro es sin lugar a dudas el que arrancó primero y este año terminará con una cosecha récord de 130 millones de toneladas. La eliminación de retenciones para muchos cultivos (trigo, maíz o girasol por ejemplo) y la reducción para otros (soja) le dieron el impulso que precisaba, más allá de que el tipo de cambio empieza nuevamente a mostrar señales de atraso. En el caso de la industria automotriz, se ve favorecida por el fuerte aumento de la demanda interna, pero sigue golpeada por el estancamiento de Brasil. Otro sector con fuerte repunte es el real estate, con aumento de las escrituras por la salida del cepo cambiario y la reaparición incipiente del crédito hipotecario.

La actividad inmobiliaria había quedado muy golpeada desde el 2012 por las restricciones impuestas por el cepo cambiario. Y el gobierno de Cristina Kirchner intentó sin éxito darle impulso a partir de los Cedines, que permitían blanquear sin costo.

Pero hay otros sectores que no consiguen recuperarse. La industria es el más afectado, a partir de un tipo de cambio planchado que encarece el costo en dólares. Y la decisión del gobierno de eliminar los aranceles para el ingreso de ciertos productos importados sacó de la cancha directamente a muchas empresas, como las “ensambladoras” de computadoras. Ahora, esas mismas empresas fabricarán el producto final directamente en China.

De no suceder algún imprevisto, la recuperación en marcha debería acelerarse en los próximos meses, lo que encaminaría a la economía a crecer entre 3% y 3,5% este año. No son los repuntes espectaculares de otras épocas, pero el dato positivo es que se estaría logrando al mismo tiempo que baja la inflación. Si el índice final estará más cerca del 17% que se puso como meta el Central o del 20-22% aún está por verse.

Hay más incertidumbre, en realidad, en relación a lo que podría suceder a partir del 2018: si se consolida la mejora o vuelve una fase de estancamiento. En realidad el repunte de este año se ve facilitado por la fuerte caída que se produjo en la primera parte del 2016. Este efecto estadístico ya no estará presente el año próximo, por lo que mantener el ritmo de expansión sin dudas será mucho más desafiante.