Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Medidas para salir del pozo

Abril marcó una profundización de la caída de la actividad económica. Según el último informe de Orlando Ferreres, la merma de abril fue de 4,9% en relación al mismo mes del año anterior. Semejante caída superó los pronósticos más pesimistas y plantean un panorama desafiante a la hora de apuntarle a la reactivación. A pesar de las dificultades, bancos de inversión y economistas esperan que la economía repunte como mínimo 3% el año que viene.

Prácticamente no se salvó ningún rubro de la caída. El comercio minorista cayó más de 6% en términos interanuales, pero el agro más de 10% por el efecto de las inundaciones, mientras que en la construcción la caída fue mayor al 20% debido a la paralización de la obra pública. Casi una tormenta pefecta.

Todo indica que el mes pasado podría haberse tocado fondo, teniendo en cuenta que la inflación también tocó un piso muy alto, en parte debido al tarifazo.

Sin embargo, el piso no significa que la recuperación esté a la vuelta de esquina. Al contrario, ya en las últimas semanas comenzó a recalcularse el momento en que puede comenzar a vislumbrarse la reactivación. Macri cambió su discurso y reconoció que los efectos de la mejora se van a notar “el año que viene”, bajando las expectatiavs para el segundo semestre. Y en el sector privado perciben que fue tan dura la caída que una mejora comenzará a notarse recién en el último trimestre.

El cambio de rumbo de la política económica permitió la baja del riesgo país y que la Argentina volviera al financiamiento externo a tasas mucho más razonables. Pero está visto que con el nuevo rumbo no alcanza para incentivar la recuperación.

El gobierno presentó una batería de medidas que apuntan a salir del pozo e incentivar el despegue: el alivio para las PyMEs, el aumento de haberes a jubilados y el blanqueo apuntan a incentivar el repunte por todos los medios posibles.

El plan original de incentivar la inversión por supuesto se mantiene. Sin embargo, tardará más tiempo que el esperado para que comience a sentirse el efecto. La obra pública, por ejemplo, tardará varios meses en arrancar.

Poner la maquinaria en marcha requiere de licitaciones y posteriormente contrataciones. Además, los escandalosos contratos del gobierno anterior harán que la administración actual se mueva con pies de plomo.

La inversión extranjera tardará todavía más tiempo, algo que no sorprende. Por ahora, los fondos del exterior se dirigen a la compra de bonos con atractivos rendimientos y acciones. Pero se trata de apuestas con una rápida entrada y salida. A largo plazo es otra historia: los inversores todavía quieren entender en qué medida el cambio llegó para quedarse.