Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Brasil le agrega más presión al Gobierno

El viento de cola que acompañó a Néstor Kirchner en su gestión y también a Cristina al menos en su primer mandato ya no es tal. Aunque cuando soplaba, la actual presidenta afirmaba que “el mundo se nos cayó encima”, en referencia a la crisis de 2008, aunque ella sigue sosteniendo lo mismo hasta hoy, casi siete años después del derrumbe generado por la caída de Lehman Brothers.

¿Cuál es la situación actual? Por supuesto no todos opinan lo mismo y como suele ocurrir en estos casos al vaso se lo puede ver medio lleno o medio vacío.

Los precios de las materias primas, por ejemplo, ya están lejos de los valores máximos de hace un par de años, pero tampoco se han derrumbado a los mínimos de 2001-2002.

Las tasas de interés, sin embargo, no solo siguen en niveles mínimos en todo el mundo, sino que tanto Europa como Japón continúan con su plan de megaemisión monetaria, que inyecta al mundo el equivalente a 120.000 millones de dólares mensuales.

Brasil no juega a favor, sino todo lo contrario. La economía este año caerá cerca del 2%, a lo que se agrega la fuerte devaluación del real. Semejante frenazo del principal socio comercial argentino tiene impacto, especialmente porque se resiente el intercambio comercial y la posibilidad de venderle al gigante vecino.

De todas formas, la debilidad del real es solo uno de los motivos que explican la presión cambiaria en la Argentina.

El atraso cambiario se explica, sobre todo, por la elevada inflación que se sigue acumulando sin que la suba del dólar oficial, manejado enteramente por el Gobierno, se acomode a dicha situación.

En un año, según estiman consultoras como Elypsis, el tipo de cambio real multilateral se apreció en la Argentina cerca de un 25%, mezclando tanto el componente inflacionario como la devaluación de las monedas de los principales socios comerciales. Pero claramente un dólar que saltó de los 2,80 reales a casi 3,40 no ayuda a la competitividad argentina.

Prueba de esto es que el superávit comercial argentino cayó en la primera mitad del año casi el 63%, hasta los U$S 1.232 millones, según admiten los propios datos oficiales.

Incluso, las exportaciones acumularon una caída del 18% en lo que va del año, al totalizar U$S 30.213 millones, mientras que las importaciones insumieron U$S 28.981 millones, con una merma interanual del 13%.

Malas perspectivas

La empresa Standard and Poor´s anunció que puso a la deuda brasileña en “perspectiva negativa” y que podría sacar al país del grado de inversión, lo que podría restar muchas inversiones financieras.

La noticia tuvo poco impacto, porque sucedió lo de siempre: la calificadora termina llegando mucho después que el mercado.

Quienes tienen una mirada algo más complaciente con el golpeado gobierno de Dilma Rousseff, anotan algunos datos positivos que a la larga serán beneficiosos: el Central está dejando flotar la moneda y evita intervenciones artificiales, hubo algunos anuncios de recorte de gasto público y la Justicia investiga a fondo los casos de corrupción vinculados a Petrobras, incluyendo a altos funcionarios, gobernadores, legisladores y empresarios.

Pero aun con un Brasil que no es la locomotora de otros años, la posibilidad de que la Argentina retome el crecimiento sostenido sigue intacta.

Eso sí, lejos de buscar responsables afuera habrá que encontrar las respuestas adentro para lograrlo.