Transición tranquila, pero con costos

Pablo Wende

El Gobierno dio un paso clave esta semana para conseguir el objetivo que se había fijado para 2015: pasar la transición electoral sin sobresaltos importantes. Contra muchos pronósticos apocalípticos que auguraban un descontrol cambiario, está sucediendo todo lo contrario. En una economía de “frazada corta”, Axel Kicillof tuvo que optar y la apuesta le está dando resultado. La estabilidad del tipo de cambio es un hecho y el mercado ya descuenta que no habrá mayores sobresaltos hasta el final de mandato de Cristina Kirchner.

Las emisiones realizadas por el gobierno vía Bonar 24 e YPF con un título a 10 años representan un importante ingreso de divisas, en un mercado en el que los dólares no abundan precisamente. Las reservas del Central, que bien medidas venían de capa caída, tendrán una suba real de u$s 2.700 millones.

El monto es muy significativo, teniendo en cuenta que el nivel de reservas líquidas se estimaba en un nivel de u$s 15.000 millones antes de estas colocaciones. El Gobierno se fortalece así para hacer frente al vencimiento de Boden 2015, que le insumirá más de u$s 6.000 millones en octubre. Además, tiene margen para mantener el esquema de “dólar ahorro” en los próximos meses.

La estabilidad cambiaria, sin embargo, no es un reflejo de lo que sucede con la economía real. El atraso cambiario es cada vez más notorio y los estragos que genera sobre el nivel de actividad indisimulable.

La producción industrial ya lleva un año y medio de caída y la pérdida de competitividad provoca caídas en las importaciones de valor agregado. La inflación, por otra parte, se aquietó un poco pero a costa de un dólar artificialmente planchado y una insostenible política de congelamiento tarifario.

José María Fanelli, director del CEDES y profesor de la UBA, reveló un dato impactante en la presentación que efectuó en el seminario organizado por el Banco Provincia en el hotel Sheraton de Retiro: “Los subsidios a la energía eléctrica representan 10 veces lo que el Gobierno destina anualmente a la asignación por hijo”. El dato revela hasta qué punto el Gobierno subsidia el consumo de servicios públicos, pero también que avanzar con una mejora asignación del gasto no sólo es necesario sino también factible.

Por lo pronto, los inversores confían en que no sólo la transición será ordenada. También apuestan a que el próximo Gobierno será capaz de recuperar la confianza necesaria como para llevar adelante los cambios sin un impacto exagerado en las principales variables de la economía.