Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Un duro panorama para el año próximo

La euforia que dominó a los inversores, especialmente los internacionales, durante el primer trimestre del año, se transformó ahora en una postura mucho más cautelosa. Era esperable. La expectativa de un cambio a partir del 10 de diciembre subestimó en todo momento los problemas que deja el actual Gobierno y que deberán ser encarados en forma urgente por la próxima administración.

El triunfo de Juan Manuel Urtubey en Salta era descontado, pero la diferencia resultó más abultada de lo que indicaban las encuestas.

Nada demasiado extraño, pero alcanzó para encender un cartel de advertencia: “No den por muerto al Gobierno”. Esta sensación se acentúa además con la mejora de la imagen de Cristina Kirchner y encuestas que comienzan a darle a Daniel Scioli una ventaja leve sobre el resto de los candidatos, desplazando a Mauricio Macri.

La gran suba de acciones y bonos argentinos fue cimentada con recursos de fondos estrictamente especulativos, que no realizan apuestas de largo plazo en la Argentina, sino todo lo contrario.

En realidad, las inversiones están vinculadas con la posibilidad de obtener un rendimiento mayor al que se obtiene con el resto de los papeles de mercados emergentes.

Un título argentino rendía a fines del año pasado todavía un 12% anual en dólares. Un bocado demasiado apetecible en un mundo de tasas cero e incluso negativas.

En esta etapa es cuando debería empezar a aparecer lo que en los mercados llaman “real money”, es decir dinero que no busca una ganancia rápida sino una posición de largo plazo. Pero la Argentina no da para tanto. La incertidumbre todavía es demasiado grande.

Los mercados habían “comprado” la idea de que Mauricio Macri se encaminaba a una segura victoria, sobre todo luego de un arranque del año negativo desde el punto de vista político para el Gobierno. Ahora ese panorama es mucho menos claro y todo indica que en los próximos meses seguirá mejorando la imagen del Gobierno, apoyado en un dólar planchado y una inflación que desaceleró en relación a los niveles del año pasado.

A la vuelta de la esquina

Además los problemas de la economía son demasiado evidentes como para mirar para otro lado.

En su último informe sobre el mundo, el FMI avizora que la economía seguirá estancada en el 2016 e incluso que sobrevendrá un salto inflacionario en relación a este año.

Una manera solapada de hacer referencia al inevitable salto del dólar oficial, que sobrevendrá inevitablemente con la unificación cambiaria.

Todos los candidatos con chance –en definitiva- coinciden en salir del cepo cambiario, pero cada candidato tiene su propia fórmula, lo que aumenta el desconcierto.

De hecho, fue el propio Miguel Bein, el analista que asesora a Scioli, uno de los presidenciables con mayores chances de suceder a Cristina, quien consideró que al cepo cambiario hay que "levantarlo gradualmente" a partir de un "plan consistente de administración de reservas".

En un tono mucho más moderado, Bein acotó que "la prioridad es el abastecimiento de la economía".

También hay coincidencias en la necesidad de reducir la inflación, el principal escollo que pesa en la actualidad sobre la economía nacional, con efectos nocivos sobre las decisiones de consumo e inversión.

Así, llevar adelante un plan antiinflacionaria es imprescindible, pero nadie quiere hablar de ajuste. Y también hay coincidencia sobre la necesidad de recuperar acceso a los mercados internacionales.

Claro que primero habrá que llegar a un dificultoso acuerdo con los fondos buitre.

Demasiados problemas como para salir a apostar ciegamente, sólo por la expectativa de un relato.