Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Paz cambiaria, pero con turbulencias

El Banco Central y el ministerio de Economía vienen llevando adelante sin fisuras el plan para evitar cualquier sobresalto cambiario en este año electoral. El “blue” muestra breves variaciones e incluso tiene cierta tendencia bajista, al punto de haber perforado los $ 13 cayó por debajo del 50% y las reservas se mantienen estables, por encima de los u$s 31.300 millones. Una situación casi ideal, que pocos hubieran vaticinado a fines del 2014.

Esta verdadera “pax” cambiaria no está, sin embargo, exenta de problemas. El primero de ellos es que al Central le cuesta cerca de u$s 450 millones mensuales abastecer al mercado que demanda divisas, a través del “dólar ahorro”. Se trata de dólares que integran las reservas que terminan saliendo del sistema. Una porción importante de esos dólares vuelve a través de más oferta en el mercado paralelo, lo que en buena medida explica la tendencia bajista del dólar informal.

Esta utilización de reservas para abastecer a los pequeños y medianos ahorristas se contrapone con los cupos que se aplican al sector productivo. Incluso el Central a suspender la entrega de dólares al inicio de febrero. La última semana la liquidación de divisas del complejo oleaginoso cayó un 36% en relación al mismo período del año pasado, lo que refleja claramente la escasez de dólares. Esta vez la sequía de divisas se compensó al menos parcialmente con las colocaciones internacionales de deuda efectuadas por YPF y la ciudad de Buenos Aires.

Así, lo que no se consigue a través del mercado comercial (en enero el superávit comercial fue prácticamente inexistente) es reemplazado por el ingreso de divisas por el canal financiero.

El atraso del dólar oficial es otra de las patas del plan. Alejandro Vanoli, titular del Central, consiguió bajar notoriamente las expectativas de una devaluación para el corto plazo. Al mismo tiempo, como las tasas de interés superan la devaluación esperada, creció en los últimos tiempos la apuesta por activos en moneda local.

Pero la tranquilidad que se vive en el mercado financiero y cambiario contrasta con las crecientes dificultades del sector productivo, cada vez más difíciles de disimular.

No sólo la industria no para de mostrar caídas, sino que además la situación de las economías regionales se vuelve insostenible. Con aumentos de costos que no paran de crecer, el renovado atraso cambiario le quita aún más competitividad a las empresas, que no paran de perder mercados internacionales.

La devaluación no es la solución, al menos en este contexto, ya que sería rápidamente compensada con inflación. Esto fue lo que sucedió luego del salto cambiario de enero de 2014, que desató una serie de ajustes de precios que no sólo equiparó ese aumento cambiario sino que incluso lo superó.

La salida a este problema no es sencilla ni mucho menos. Y tampoco sería este gobierno el que lo podrá encarar. Es, sin duda, una de las principales “mochilas” que el actual gobierno le pasará a la próxima administración. Un plan antiinflacionario creíble apoyado en una reducción del déficit fiscal resulta a esta altura imprescindible. Pero ningún candidato querrá ponerlo en blanco sobre negro en la campaña electoral.

Las políticas del gobierno, por ahora, apuntan a mantener la estabilidad financiera hasta fines de 2015, priorizándola por sobre la economía real, el nivel de actividad y el empleo; con la convicción de que ésta estabilidad le permitiría llegar sin sobresaltos hasta el fin de mandato.Lógicamente, la estabilidad financiera depende de la prudencia con que se desempeñe la política monetaria del BCRA. Pero la inconsistencia emerge cuando se considera que el gobierno no renunciará a su política fiscal expansiva, mucho menos en un año electoral.