Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Frente a una mayor amenaza de corrida cambiaria

La renuncia de Fábrega a la presidencia del Banco Central crea un marco de mayor incertidumbre. Pablo Wende / elpais@lanueva.com
La huida del peso se aceleró, y este cambio, junto con el durísimo discurso presidencial, amenaza con agravarla.

Juan Carlos Fábrega ya le había presentado por lo menos en dos oportunidades la renuncia a la Presidenta. La respuesta de Cristina Fernández nunca fue demasiado convincente: “Por ahora no”, se limitaba a contestar la primera mandataria. El episodio más fuerte sucedió el 29 de julio, cuando el número del Central había llegado a un acuerdo con los banqueros nacionales para arreglar el default, justo sobre la hora.

Sin embargo, todo se cayó a último momento y aquel plan quedó en la nada. El uno del Central se había querido ir, pero no lo dejaron.

El duro discurso de anteayer, acusándolo por cadena nacional de pasarle información privilegiada a los bancos sobre futuras medidas cambiarias fue la gota que rebalsó el vaso. Ni Fábrega tenía margen para quedarse, ni Cristina para sostenerlo en su cargo. Es posible, incluso, que alertada por la decisión indeclinable de Fábrega haya decidido avanzar con fuerza para mover primero.

El ahora ex uno del Central tenía la confianza de los mercados y no estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, a pesar de las presiones que recibía en forma permanente de Axel Kicillof. Llevó adelante una política de fuerte absorción de pesos vía emisión de Lebac y Nobac, pero no fue suficiente. La inflación igual se disparó a niveles cercanos al 40%, creció la dolarización de carteras, con desconfianza creciente en el peso.

No se trata sólo una jugada de las grandes empresas para un complot contra el Gobierno, como denunció Cristina. También los pequeños ahorristas se abalanzaron masivamente sobre la divisa: sólo en septiembre compraron u$s 385 millones mediante el mecanismo de “dólar ahorro”: tipo de cambio oficial más un 20%.

La evolución de la política monetaria dejó en claro al menos en el último mes que Fábrega estaba más afuera que adentro. Se limitó a cuidar las reservas y evitar que no cayeran de u$s 28.000 millones (nivel que se perforó en las últimas jornadas). Pero dejó el dólar oficial estable a pesar de la fuerte suba del “blue” y mantuvo sin cambios la tasa de interés. En parte porque decidió traspasar el problema al ministerio de Economía, pero además porque se quedó casi sin instrumentos para seguir interviniendo. El poder de fuego del Central quedó totalmente menguado. Una nueva devaluación del tipo de cambio oficial, por ejemplo, ya tendría hoy efectos mucho menores que la realizada en enero, aunque ayudaría a ganar tiempo. Y la suba de tasas para desalentar la fuga a la divisa debería ser sustancial para conseguir el objetivo.

Antes de conocer el sucesor, las acciones líderes cayeron más del 8% y los papeles argentinos que cotizan en Wall Street profundizaron la baja en la última hora, cuando trascendió la ida de Fábrega. YPF, que venía sostenida, ayer cayó más del 7%.

Vanoli llega al Central desde la CNV, donde cumplió con lo que más seduce a Cristina: lealtad que se puso a prueba cada vez que le tocó sancionar al Grupo Clarín.

Al frente del BCRA cabe esperar algo parecido, pero habrá que ver cómo confluyen los deseos presidenciales con la necesidad de manejar con cierta prolijidad un organismo clave. La huida del peso se aceleró y este cambio, junto con el durísimo discurso presidencial de hace 48 horas, amenaza con agravarla muy peligrosamente.