Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Ya no se trata de ser ningún Gil

De nuevo el bahiense común mira de reojo a la Justicia. Como diciendo, e implorando, ¿cuándo se pondrá decididamente más cerca de las víctimas que de los victimarios?

El debate no cede. Porque las implicancias, efectos y derivaciones de la delincuencia, tampoco dan un paso atrás. Siguen ganando terreno en la sensibilidad del vecino.

Dos semanas atrás, Néstor Gil, de 73 años, era golpeado salvajemente en su casa de Rojas al 1700 tras ser sorprendido por tres malvivientes.

Padre de los exbasquetbolistas José Luis, Hernán y Pablo Gil, el hombre había quedado con graves secuelas, especialmente en un ojo. E imprevistamente, murió el lunes pasado por la tarde de un infarto tras retornar a nuestra ciudad luego de tratarse por dicha lesión en una clínica de Buenos Aires.

¿Quién puede asegurar que ese desenlace doloroso para la familia Gil no tuvo directa relación con aquella experiencia lacerante y traumática?

Mientras tanto, por estas horas continúa investigándose si uno de los delincuentes que golpeó con saña a Gil, fue beneficiado con salidas transitorias en la cárcel de Villa Floresta. Lo que sería un nuevo mensaje demoledor para la sociedad bahiense.

La investigación vincula a un preso con una banda que aprovecha las salidas de fin de semana para cometer robos, por lo que el asalto donde se golpeó a Gil, quizás, no se trataría de un caso aislado.

A contrapelo de esta sensación de impunidad que vive la familia Gil y muy a pesar de la triste noticia del fallecimiento de esta nueva víctima de la inseguridad, aparece, otra vez, el nulo sentido común y de oportunidad que ofrece la Justicia, para la que “no se puede hablar de un homicidio”.

Según el fiscal Diego Conti, titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 11 especializada en robos con armas, “no hubo cambios en la carátula, que sigue siendo robo triplemente calificado por el uso de armas, por la comisión en poblado y en banda, y por las lesiones ocasionadas”.

Consultado sobre los episodios delictivos registrados recientemente, Conti señaló que respecto del último semestre de 2016 “la cantidad de hechos debe ser parecida o, incluso, estamos mejor”. Para el funcionario judicial, “se ha logrado mejorar”.

Lo dijo en medio de un abanico delictivo de inseguridad, en el que fluctuaron aquella violenta entradera registrada en la vivienda de los Gil, en Villa Amaducci; el brutal asalto a una distribuidora de Undiano y Granada y tres robos registrados en el lapso de una hora y media.

Y con víctimas del incesante flagelo que se manifiestan en un estado total de indefensión. Como Mauro, comerciante del barrio Patagonia, quien manifestó su enojo tras sufrir esta semana el cuarto asalto en su local, en el que delincuentes irrumpieron y se apoderaron de unos 23 mil pesos entre dinero y mercadería.

“No te queda otra que cerrar e irte a tu casa. Así no se puede seguir”, añadió, desconsolado, el propietario del negocio ubicado en Chequén y 14 de Julio.

Y tiene mucha razón el hombre.

Simplemente, porque como surge de su desconsuelo, así no se puede seguir...