Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Abrir bien los ojos frente a estas bestias silenciosas

Tenía que ser asesinada Miacela para que la onda expansiva del horroroso crimen nos deje al descubierto. A padres e hijos.

Tenía que ser tan aberrante el caso para que en cada rincón de la ciudad, ayer como nunca tan triste, grisísima y pasada por agua, se tome verdadera dimensión de lo angustioso que es saber que siempre se puede hacer algo más para proteger a nuestros chicos.

Tenía que pasar esto, para entender que cada día que pasa estamos más expuestos. A todo. Los grandes y los jóvenes.

Porque nada será como entonces. Tiempos ya lejanos en los que los pibes jugaban a la pelota hasta la medianoche bajo el farol de la esquina. O las nenas dibujaban cien rayuelas en una calle de tierra.

Y es pavoroso que así sea.

Pavoroso tener que mirar sin pestañar a tu hija de 12 años cuando va al almacén de dos cuadras a hacer un mandado.

O cruzarte en la vereda con personajes silenciosos, que al cabo resultan bestias abominables detrás de una cáscara intrascendente que los cobija. Y los camufla.

Un día cualquiera, en la Bahía Blanca, nos despertamos con que asaltaron y maltrataron al vecino de al lado, a los abuelos de la otra cuadra o al comerciante del barrio.

Y, de pronto, nos enteramos que aquel que mató, descuartizó y asó a las brasas a una jovencita de 15 años, de pronto queda libre. Así de simple.

Hasta que un fin de semana caemos en la cuenta que desapareció una niña de 12 años... Y al mes se nos hiela la piel. Aparece muerta. Asesinada por un salvaje de 26.

Demasiados golpes arteros para una sociedad cada vez más desesperanzada.

Y ultrajada.

* * *

Tras el oscuro desenlace del caso Micaela, apuntarle a las redes sociales y su poder incalculable, para lo bueno o para lo malo, sería demasiado simplista.

Caímos en la telaraña y ya no será sencillo salir. Hay que convivir con estos tiempos de modernidad y éxtasis tecnológico, pero también con las miserias y degradación que surgen de quienes utilizan estas herramientas para hacer daño. Mucho daño.

Pero sí podríamos exigirle a las autoridades de turno que nos expliquen por qué este sujeto Jonathan Luna, preso por asaltar a una mujer con un cuchillo, fue liberado por un juez con el regimen de salidas transitorias.

Y por qué, luego de esa decisión garantista, Luna no permaneció bajo control -desobedeció los términos de su libertad- y fue devuelto a la cárcel como su pedido de captura así lo dictaminaba desde 2014.

Alguien debería hacerse cargo. Dar la cara.

Mientras tanto, y en la piel de una comunidad confundida, desolada, apenas nos consuela saber que Micaela, con su infortunio, quizás les abrió los ojos a muchos adolescentes para tener mayores reparos a la hora de relacionarse con extraños. Mediante la compu o como sea.

Y a los padres, saber que nada será suficiente ni demasiado para contener a nuestros hijos. Aún, en esa edad donde se adolece de tantas cosas, pero por sobre todo de experiencia.

Lo único, al cabo, que nos puede poner a resguardo frente a un entorno que resulta cada vez más complejo.

Para no decir aterrador.