Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Una aventura que aún se disfruta

De las cintas más esperadas del año, se instala por varios días en pantalla. Habrá que esperar un año para conocer el final.

El Hobbit, la desolación de Smaug es la segunda de las tres partes en las que se dividió la novela El hobbit, del británico J.R.R. Tolkien, para su adaptación al cine.

La idea venía desde 1995 y después del éxito de la trilogía de El Señor de los Anillos y vaivenes más y menos, Peter Jackson se ocupó de la dirección y puso en marcha esta nueva serie que salió el año pasado con El Hobbit: un viaje inesperado y algunos de los actores que habían interpretado personajes de El Señor...

La desolación de Smaug narra la continuación de la aventura de Bilbo Bolson en su periplo junto al mago Gandalf y trece enanos liderados por Thorin Escudo de Roble, en una épica búsqueda para recuperar la Montaña Solitaria y el Reino Enano de Erebor.

Tras sobrevivir al inicio de su viaje, el grupo sigue hacia el Este, se encuentra por el camino con Beorn con el cambiador de piel, y con un enjambre de arañas gigantes en el peligroso monte Mirkwood.

Después de evitar que los Elfos del Bosque los capturen, y prosiguen hacia Ciudad del Lago y hasta la Montaña Solitaria, donde tienen que enfrentarse al mayor de los peligros, el terrorífico dragón Smaug. Mientras tanto, Gandalf deriva su viaje hacia la búsqueda del misterioso Nigromante.

Dicho y repetido fue, que para lograr una trilogía de largometrajes que hagan buen honor al prefijo, Jackson debió tomar prestados personajes y situaciones de otros libros de Tolkien, una tendencia continúa en la segunda parte, innecesariamente extensa, a sabiendas de que se trata del tránsito hacia el final de la historia que se conocerá dentro de un año.

Para los puristas de la obra literaria, habrá incluso algún que otro personaje de más en este segmento donde aparecen el elfo Legolas (Bloom), ya conocido por la secuela narrativa que es El Señor de los anillos, o la elfa Tauriel ( Lilly).

No obstante, es innegable que con recursos y equipos al servicio de la creación todo es posible, y que los universos que encierra la Tierra Media y las acciones que le deparan a los personajes siguen siendo de maravilla ante los ojos de un espectador dispuesto a sorprenderse constante con una película que todavía se disfruta.

Está en cada quien elegir hacerlo desde el 2D, una experiencia cercana al clásico 35mm; el 3D, que todavía guarda algo de la pátina velada que separa al cinéfilo de la pantalla, o el hiperrealista 3D de 48 cuadros por segundo.

María Inés Di Cicco

mdicicco@lanueva.com